La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
Gafas de cerca
Es costumbre ahora intercambiar canciones preferidas con el móvil. Benja, melómano con criterio desde chico, me regala una de Wilco, Shot in the arm, un tiro en el brazo, envolvente y progresiva hasta el clímax. El título y el texto pueden aludir a un disparo que no mata, pero también a un leñazo para olvidar el dolor de la vida. Inevitable que uno relacione este temazo con el mundo contemporáneo de vacunas que se pinchan en el brazo para calmar una gran convulsión mundial que ha dejado en absoluto fuera de juego a muchos que decidieron hacer pose negacionista en un asunto bumerán: conocidos que han pasado por el hospital con riesgo de muerte tras hacer un tetris argumental que encajaba el pangolín y su murciélago chupasangre, la perfidia geopolítica china, la mano negra que quiere esclavizar a las masas conectando en secreto a grandes hombres que manejan hilos para hacer de este mundo un teatro siniestro que la literatura y el cine de distopía habían avanzado hace más de un siglo: el verdadero totalitarismo vírico. Se divirtieron ellos tanto como, fatalmente, se vieron entubados en la más sola de las soledades de la UCI o, en su versión menor, transitaron dos semanas de fiebre, anemia, agobio respiratorio y no poco profundo temor por la vida propia y las secuelas de un virus listo, mutante, imprevisible en sus efectos. El gran melón Covid por calar.
En estos días en que España ha llegado a aplicar en un sólo día medio millón de vacunas, días raros de picos de sierra en los contagios y las muertes, algunos de aquellos aprovechados o inocentes que negaban la realidad han acudido como corderos solícitos a la cita de la autoridad sanitaria: una cosa es predicar y otra dar trigo; dárselo a uno mismo con un redentor shot in the arm, para salvar el propio pellejo. Las huestes de la conspiranoia que chupaban cámara hace pocos meses ya hocican tras hacer su cola en un polideportivo de distrito. Y mientras, las elecciones de Madrid -en nuestro pequeño universo hispánico- dan pan y circo a los desavisados con una política de mínimo mérito en la que los asesores áulicos manipulan y embarran con abstracciones de ocasión como comunismo y fascismo. Como para darse un tiro en el brazo y en el pie, porque detrás de la farfolla queda un futuro de reconstrucción lastrado por el gasto público extraordinario de la pandemia. La resiliencia, ya saben. La deuda pública, los impuestos, el nuevo ahogo y el marchito futuro de los más jóvenes, cuya guerra civil ha sido ésta, que aún colea pero parece periclitar, callando bocazas.
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