La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
Se acabó el gran escaparate de Fitur, y fitetú que nuestra ciudad, esta que en los últimos años anda viviendo un desarrollo insostenible, volvió a encandilar. La que unos llaman Ciudad Genial, la que a otros les saca el genio. Me halaga que Málaga esté en valor, pero no a cualquier precio. La que unos venden como la gran capital de la Costa del Sol. La que otros creen que ha vendido su capital a costa del sol.
Málaga, la que muchos opinan que, gracias a su esfuerzo, ha vivido un crecimiento ejemplar. La que otros consideran un ejemplo de cómo no crecer. Una ciudad donde unos comen en el suelo mientras otros rascan el cielo. Donde nos quieren vender a voz en grito una calidad de vida para comprar el silencio de la cantidad de muerte que deja a su paso. Málaga, donde todos quieren venir, y tantos son que el malagueño se tiene que ir para dejarles hueco. Donde los que mandan creen que es mejor ser esclavo turismo que tú mismo siendo libre. Donde la dislexia de los que tienen el poder nos quieren hacer colar como inversión lo que realmente es invasión.
Málaga, donde nos están quedando muy monos los Moneos y cada museo es muy SEO porque posiciona la ciudad en unos estándares que nunca hemos visto, pero que también hace que dejemos de ver la ciudad que era antes de que prefiriéramos los visitantes a lo vecinos. El centro se ha llenado por la afluencia de cruceros y es una cruz la cero presencia de la esencia en el casco histórico. Lo autóctono pierde peso en las calles más emblemáticas porque los alquileres al kilo adelgazan nuestra capacidad adquisitiva (o adquisit-iva, en el caso de los autónomos).
Pero qué más da que el malagueño ya no pueda pagar el coste sobre el que ahora se maneja la ciudad si los de afuera pueden abonar el sobrecoste de las nuevas aberraciones urbanísticas y mamotretos que proliferan. Cuya hipoteca exige hacer malabares gracias a Francirco de las Torres. Y da igual que sean horrendos, para nuestro alcalde dan perfectamente el PGOU. Viviendas con denominación de origen de renombre que hacen que Málaga esté perdiendo el origen de su denominación, porque ya mismo hasta cambiarán los nombres de los barrios (una vez acabadas sus torres, no descarten que Martiricos pase a llamarse Martirricos).
Y nuestras quejas porque los extranjeros nos estén dejando sin hueco son vistas como una guiripollez, pues renta mucho más el llenazo del Paseo Marítimo que un paseo más íntimo. Y con el auge de construir en vertical y subir los precios, hay que tragarse raciones a precios irracionales que nos hacen poner el chiringrito en el cielo. Ya mismo no podremos ir ni a La Malagueta por la mala jeta de los que nos ahogan hasta con los precios en las playas.
Y que dios nos coja confesados con la movilidad urbana, un tema que me deja de piedra. No falta un concesionario, pero yo metro-piezo con continuas obras para un transporte local que no termina de mejorar. Algo que al visitante no molesta, porque les hacen urbanizaciones de lujo en las afueras excavando y poniendo los montes en el plato de los especuladores. Pero Málaga vende. Aunque se la vendamos al mejor impostor.
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