Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Los grandes estrategas
El futbolista Lionel Messi, todavía menos con sus lágrimas episódicas, no da el tipo de esos gladiadores con que los emperadores romanos acudían al panem et circenses para acallar las reclamaciones y templar el juicio crítico de la plebe. Sin embargo, las "superestrellas" futboleras consiguen parecidos efectos -de manera bastante, muchísimo, más extendida- dando patadas a un balón en pantalones cortos -por aquello de la indumentaria los gladiadores-. Regalaban o bajaban también el precio del pan los emperadores porque, para que rija bien la cabeza, es necesaria la conformidad del estómago satisfecho.
No ha sido, así, la salida del futbolista argentino, del club en que inició y ha hecho su carrera deportiva profesional, un espectáculo en sentido genuino, aunque sí cabe decir que, con ello, se ha dado un espectáculo, continuado con la llegada al nuevo club que, entre otras cosas, tiene dinero contante y sonante. Porque algo de escándalo y asombro, que eso trae dar un espectáculo, se advierte con la sucesión de los hechos hasta que Messi tuvo que sacar el pañuelo para, poco después, enfundarse la camiseta del nuevo club que lo acoge, puesta a la venta a 158 euros. Aunque ya transcurren casi 20 años desde el cambio de la peseta por el euro -ay, cómo pasa el tiempo-, son más de 26.000 pesetas, por si así se aprecia mejor el aceptado reclamo, ya que se han agotado las camisetas horas después de ponerse a la venta con la euforia del advenimiento.
Los aficionados compungidos en la despedida y los alborozados en el recibimiento seguro que encuentran en el fútbol y en el equipo de sus desvelos uno de esos factores de identidad con que los antropólogos y los sociólogos dan cuenta de las maneras sociales del ser humano. Acaso hagan falta también los psicólogos para explicar las razones de los comportamientos que tal afición conlleva y que se expresan, sobre todo, en los estadios. Con eso también se dirá, o que asista la ciencia política, por qué un club es algo más que un club y, entonces, la marcha de la estrella, además de razones del bolsillo, encuentre motivos de coyuntura que desvíen la primaria -por principal- y primera razón de la misma. Algo de victimismo, entonces, y mucho de "messimismo".
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