Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Todo lo que era sagrado
P ASADO el efecto efervescencia del estreno en la Feria de Málaga que nunca fue, la Junta ya no quiere dar más posibles fechas para la inauguración del Metro al centro. Así que continúa con gran referencia el hito de la flamante estación Guadalmedina, a la que el presidente andaluz y su amplio séquito le cortó la cinta electoral a finales de abril. Sólo que nadie puede acceder para subirse a unos trenes que circulan en pruebas y con nocturnidad.
"La seguridad está por encima de los deseos", justifica la demora el consejero de Presidencia de la Junta, Antonio Sanz. Y hay que aplaudir que montarse en Málaga en un vagón no signifique jugar a la ruleta rusa. Pero cuesta creer que la prolongación de algo más de un kilómetro de un trazado, con dos nuevas estaciones, para que las dos líneas actuales puedan, finalmente, conectar con el casco histórico, requiera cinco o más meses de ensayos previos para ajustar los nuevos recorridos y sus variantes.
Alguien debería explicar la complejidad del asunto. Después de emplear unos 16 años para ejecutar las obras se supone que debía estar previsto que los trenes tienen que ir y volver y que en horas punta las frecuencias de paso aumentarán. Son sólo 14 kilómetros de vías, no los casi 300 de Madrid, por ejemplo.
Y aún falta la ampliación hasta el Materno o al llamado tercer hospital, que se anuncia para 2027. La Junta en la época del PSOE lo licitó en superficie. El alcalde De la Torre utilizó las quejas de una plataforma ciudadana que logró reunir en una manifestación a 140 personas para dejar en papel mojado su firma y rechazar la actuación. Nada de trenes en superficie porque los vecinos perdían aparcamientos, no podían aparcar en doble fila para comprar el pan y corrían el riesgo de que los niños fueran atropellados al salir corriendo del colegio.
La plataforma vecinal continúa activa. Su líder ahora es un personaje incómodo para la Junta del PP. Ha decidido que tampoco quiere el suburbano soterrado a su barrio y que el Gobierno andaluz debe centrar sus esfuerzos en ampliar el trazado desde Teatinos hasta el parque tecnológico. Pero nadie le quiere recibir para que pueda defender sus peticiones.
El Metro de Málaga se concibió en sus inicios como un tranvía. Un tren que podría desplazarse en superficie al menos por todo el centro y hasta La Malagueta. Pero con el concepto del agravio que tan bien han explotado políticos y algunos medios de comunicación, eso era vender una Málaga de segunda división. Más de 170 kilómetros recorren los tranvías en Zurich. La mejor ciudad de Europa para vivir y eso que llueve mucho y hasta nieva.
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