La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
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Presentarse de entrada como una "alternativa cultural al desorden", tal como ha definido María San Gil a la iniciativa Neos en estas páginas, podría parecer una arrogancia, una provocación. En suma, irónicamente, una contribución al desorden que se dice querer combatir. Pero, bien pensado, no hay mejor descripción del calamitoso estado de las cosas, en España y fuera de ella, que desorden en su sentido de desconcierto, de confusión inducida. Un desorden nada circunstancial, profundo, estructural, que está llevando a las sociedades occidentales a un punto de no retorno en el que se discuten ya abiertamente, al tiempo que se socavan de todas las formas posibles, los fundamentos de eso que todavía llamamos civilización. Y quien no lo quiera ver, que no lo vea.
Neos se presenta hoy en Sevilla, con efectos que es de esperar se propaguen por toda Andalucía, como un antídoto contra la resignación. Esa impotencia que se ha adueñado de la parte de la sociedad que, teniendo plena conciencia de cómo estamos y a dónde se nos desea dirigir, cree que todo desastre es irreversible por naturaleza, que no es posible combatir ni mucho menos desterrar los efectos de una ingeniería social que nos convierte en extraños en nuestra propia tierra, pronto en parias a los que se podrá dejar vivir, pero no mucho más, a cambio de su completa sumisión a las ideologías dominantes. Una parte de la sociedad que es capaz de movilizarse ante la posibilidad del cambio político, pero que parece haber asumido que las victorias electorales apenas pueden servir para otra cosa que maquillar ese desorden estructural que María San Gil denuncia.
El cambio cultural que Neos propugna significaría nuevas ideas, nuevos sentimientos, nuevos enfoques para el inmenso catálogo de problemas con que se está maniatando a España. Muchos de ellos no pueden ser abordados convenientemente desde la política o sólo desde la política. Para avanzar de veras en la dirección adecuada, se necesita antes una sociedad convencida y movilizada que exija ser gobernada de acuerdo con sus prioridades, sus creencias, sus intereses. Neos puede ser el catalizador que ofrezca a los grupos políticos que aún crean posible lo que parece imposible, la fuerza intelectual y moral que haga naturales los entendimientos necesarios, que recupere los fundamentos para un nuevo tiempo que deje atrás los efectos de tanta corrupción, demagogia, subversión, sectarismo, incompetencia, despilfarro, mentira y división. En suma, de tanto desorden.
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