Obsolescencia programada

CHARLANDO con mi querido amigo Javier Ramírez chocamos con el tema del submundo de los negocios. Le referí lo que contaba mi compadre Frank Rebajes. Se trataba de un zapatero dominicano que inventó una suela de zapato irrompible, que el descubrimiento se lo compraron los americanos, que ocultaron patente y suela. Los zapatos siguieron rompiéndose y el zapatero dominicano acabó millonario. Algo parecido, pero al revés, me contó Javi de una fábrica de gomas en Málaga. Se ubicaba en el barrio de Bailén, en la calle Andalucía, por encima de la calle Tacón. La fábrica se especializaba en hacer alpargatas con suela de goma. Pronto los expertos descubren que la alpargata es casi irrompible y que las ventas son lentas. Surge entonces la idea de proceder a una obsolescencia programada. O sea: un martillo eléctrico golpeará la suela de goma hasta medir el momento en el que empieza su deterioro y, entonces, utilizar la flagelada goma en alpargatas de cómodo y prudente espacio de vida. Total, un bello ejercicio obsolescencia programada.