Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Dónde están mis cuatro euros?
Quousque tandem
A las primeras de cambio, el señor Urtasun, recién tomada la alternativa ministerial y pensando que a él no le torea nadie, se ha propuesto, al carecer de presupuesto, armar el taco. Se apretó los machos, se puso el mundo por montera y a riesgo de llevarse una cornada, tomó el olivo, se saltó la ley a la torera y no convocará el Premio Nacional de Tauromaquia. A toro pasado, y dando una larga cambiada, dijo que ya tramitará su desaparición. El habitual respeto a las reglas del estado de derecho de este gobierno de maletillas que como espontáneos pinchaúvas, tienen más ansias de salir por la Puerta Grande que de rematar la faena. Cualquiera de ellas. Son más de escurrir el bulto que de coger al toro por los cuernos y bregar en corto y por derecho. Así tenemos el ruedo: atestado de abantos rehuyendo suertes y sin cabestrero para devolverlos a chiqueros.
Este acoso y derribo a garrocha ministerial no es nuevo. Tampoco es el primero que se cree que va a darle la puntilla a la Fiesta. Ni los Papas lo consiguieron. Y eso que Pío V primero y Sixto V después, promulgaron sendas bulas de excomunión, como Pragmáticas Carlos III y Carlos IV. Y es que a la Tauromaquia le sobran arte y casta y aunque desapareciera no podrían borrarla de la historia y hasta del lenguaje. Que hay, en estas recurrentes boutades, más farol que empaque al arrimarse.
Pero cambiemos de tercio, que cada toro tiene su lidia y el bravo se crece en el castigo. No les molesta la lidia. Les encocora toda costumbre, tradición o rito que forme parte de la esencia de España. En su secular afán internacionalista se equivocan como siempre; que ya les pasó con la copla, que tachaban de franquista, la rescató el maestro Carlos Cano y ahora se les cae la baba escuchando a Rosalía. Por no hablar de la Semana Santa y las Ferias, Romerías o Verbenas. Porque el pueblo es una cosa y la gauche caviar que celebra cada año la Revolución de Octubre brindando con ostras y champaña otra muy distinta.
Y bien pensado, ¿quién necesita un premio del Gobierno cuando te han pintado Goya o Picasso y te han cantado Lorca, Alberti, Miguel Hernández, Antonio Machado o Fernando Villalón? ¿Qué aporta el premio a lo que es arte y duende de esta patria mía y vive en el corazón del pueblo? Y sepan que si el tiempo no lo impide, se cortará el ministro la coleta y con él, todo el Gobierno, y seguiremos escuchando cada tarde soleada el toque de clarín en el albero.
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