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Mikel Lejarza
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Con frecuencia se escucha a algunos tertulianos repetir el lugar común de que la tradicional amistad entre la izquierda y el nacionalismo periférico se fraguó en las trincheras antifranquistas. Es un completo error. Sólo hay que conocer superficialmente la Historia de España para comprender que estos amoríos, dulces o tormentosos según el momento, se iniciaron mucho antes. Pasemos de puntillas por el XIX, siglo-jungla en el que ya algunos de los santones laicos del progresismo español inauguraban este buen entendimiento entre dos movimientos de nuevo cuño: el nacionalismo y el socialismo. Centrémonos, mejor, en un ejemplo mucho más cercano, la II República, un periodo histórico en el que la colaboración entre la izquierda y el independentismo catalán fue, como ahora, evidente, aunque años después algunos de los próceres de la siniestra españolista se lamentaron amargamente de tal error. Un hecho: la coalición electoral llamada Frente Popular no se presentó a las elecciones de febrero de 1936 en Cataluña para no competir con el llamado Front d'Esquerres, que se articulaba en torno a ERC. Cierto es que líderes como Manuel Azaña fueron hombres de un doloroso patriotismo. También lo es que regalaron Cataluña a los nacionalistas a cambio de derrotar a la derecha en unas elecciones que, hoy en día, están puestas en cuestión. Antes de que alguien nos acuse de "revisionista" recomendamos la lectura del libro 1936: fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular, de los historiadores Manuel Álvarez Tardío (catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos) y Roberto Villa García (profesor titular de Historia Contemporánea), un apabullante despliegue de metodología historiográfica y de honestidad intelectual.
Es curioso cómo la historia se repite (y no citaremos una vez más al Marx de El 18 de Brumario de Luis Bonaparte). Aquel Frente Popular de 1936 amnistió inmediatamente al golpista nacionalista Lluís Companys, alzado en armas en 1934 contra el Gobierno democrático conservador para crear una república catalana. Ahora, 87 años después, el Ejecutivo PSOE-Podemos quiere indultar a los presos que intentaron volar la soberanía nacional el 1 de octubre de 2017. En su huida hacia adelante, Pedro Sánchez ha ignorado la herencia del PSOE de la Transición (socialismo democrático, constitucionalismo y patriotismo de izquierdas) para volver a un frentepopulismo que sacrifica un territorio del país por mero cálculo partidario. Y nos tememos que no es el único parecido.
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