Eduardo Osborne

Pecado y penitencia

Paisaje urbano

Bien harían los candidatos socialistas en pedir cuentas a quien desde hace tiempo viene jugando con fuego

17 de mayo 2023 - 00:00

La renuncia de los siete miembros de ETA con delitos de sangre que habían sido incluidos en las listas electorales habrá calmado en parte la lógica desazón de tantos aspirantes que se presentan como candidatos del PSOE por todo el territorio, algunos de los cuales (no todos, que por aquí abajo no parece que la cosa haya alarmado bastante…) ya se habían apresurado a repudiar lo que, siendo totalmente legal, no deja de ser una indignidad a los ojos de cualquier votante con un sentido normal de la ética y la memoria.

Pero la marcha atrás de los batasunos, en la que sin duda habrá influido la presión ejercida por Moncloa y su entorno, no despeja los nubarrones que hace tiempo se instalaron para quedarse sobre las cabezas de los principales líderes de la izquierda, con el presidente del Gobierno al frente, más o menos cuando llegaron a la conclusión de que, visto el correlativo de fuerzas que ha impuesto el fin del bipartidismo y las pocas perspectivas de crecimiento en el corto plazo del partido dominante, la única posibilidad de mantenerse en el poder pasa por aliarse con cualquiera que esté más acá del demonizado centro derecha, ya sean terroristas jubilados, separatistas irredentos, feministas adolescentes con cartera u oportunistas de cualquier rincón más o menos olvidado de España.

En el fondo, lo que le pasa, y le pesa, al Partido Socialista, es que en el pecado lleva la penitencia. El pecado, primero, de consensuar las políticas sociales y económicas con un partido como Podemos, ayuno de experiencia y de liderazgo, cuyas principales demandas están muy alejadas del posicionamiento moderado y conciliador que caracterizó los mejores tiempos de la socialdemocracia clásica. Y segundo, no contento con lo anterior, su alineamiento con partidos que hasta hace un cuarto de hora eran considerados como enemigos de la democracia, y que ahora no sólo son socios, sino incluso apoyos imprescindibles.

Fuera de los ámbitos de decisión gubernamentales, los candidatos socialistas a las elecciones se afanan en dar una imagen de cercanía e independencia que los aleje de las tormentas que barruntan las malas compañías, pero la tozuda realidad de los hechos se lo pone cada vez más difícil. ¿Les valdrá para mantener el poder en ayuntamientos y comunidades? Si no es así, como parece, bien harían en pedir cuentas a quien desde hace tiempo viene jugando con fuego, nunca mejor dicho

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