Eduardo Jordá

Plurinacionalidad

En tránsito

Casi todas las Constituciones, republicanas o monárquicas, garantizan la inviolabilidad del Jefe del Estado

18 de mayo 2022 - 01:35

Ahora que parece que el Rey emérito va a volver a España, están arreciando las críticas contra el padre del rey y de paso contra la monarquía. Vale, muy bien. El comportamiento de Juan Carlos I ha sido bochornoso, sobre todo en los últimos años de su reinado, pero cabría preguntarse si su conducta ha sido más lamentable -por poner un ejemplo- que la conducta de los líderes independentistas catalanes que malversaron millones de euros o que la de los políticos del PP y del PSOE que han protagonizado casos muy sonados de corrupción y de abuso de poder. Es cierto que las críticas se vierten contra la inviolabilidad del rey emérito -a diferencia de los políticos electos-, pero casi todas las Constituciones del mundo, ya sean republicanas o monárquicas, garantizan la inviolabilidad del Jefe del Estado. Los presidentes de todas las repúblicas de la UE tienen garantizada la misma inviolabilidad que tiene el Rey. O sea que nuestra histérica izquierda, siempre tan dispuesta a soltar coces y martillos (dialécticos, de momento), haría bien en replantearse sus críticas.

Y no conviene olvidar otra cosa. Si algún día se celebrara un referéndum legal sobre la continuidad de la monarquía y lo ganara la república, lo primero que harían los gobiernos nacionalistas de Cataluña y del País Vasco (y quizá también los de Baleares y el País Valenciano si estuvieran controlados por nacionalistas) sería declarar la independencia "de facto" sin esperar a que se redactase una Constitución republicana que regulara -o no- el derecho de autodeterminación. Me juego lo que quieran a que no pasarían ni ocho segundos sin que esos territorios se independizaran aprovechando el cambio de régimen. De hecho, siempre ha ocurrido así. Eso hizo Cataluña durante la I República (con la proclamación del Estat Català de 1873) y también durante la II República (y dos veces, en 1931 y en 1934). Y más aún: en el caso de que llegara la III República, no sólo se querría independizar Cataluña, sino el País Vasco y probablemente Navarra y quizá Galicia y otras comunidades. No hace falta añadir que se iniciaría una época de graves tensiones interterritoriales entre el gobierno republicano central y las comunidades secesionistas. En fin, serían tiempos muy interesantes. Como para hablar de la subida de las pensiones o del precio de la luz.

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