Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Todo lo que era sagrado
E L presidente de la Junta quiere convertir Andalucía en una potencia mundial en energías renovables. Dice que no podemos seguir al albur de los chantajes de los regímenes dictatoriales, ya sean de oriente medio, los países del este o del Caribe. La comunidad reúne las condiciones para explotar las plantas fotovoltaicas o las eólicas. En tierra y en el mar.
Todavía no me explicó cómo no somos la punta de lanza en la investigación de estas fuentes energéticas. Sin embargo, por ejemplo, enterramos más de 80 millones de ayudas públicas en una fábrica de paneles, como Isofotón, que fue la primera productora mundial hasta que los chinos aprendieron.
Moreno promete en esta legislatura 12 Giga vatios de potencia a sumar a los 8 actuales. El año pasado, en Estados Unidos sus instalaciones solares llegaban a casi cien Gigas, que suministraban electricidad para unos 18 millones de hogares o sus equivalentes.
Hay 12.000 millones en juego. Se trata de una de las grandes apuestas que contienen los fondos europeos Next Generation. Y se crearán unos 30.000 puestos de trabajo. Todo idílico. Pero como en este mundo conviven el yin y el yang, muchos vecinos de localidades del interior deben prepararse para abrir sus ventanas y observar el reconfortable paisaje de placas por todo horizonte. Hay que elegir, dice el presidente Moreno. Porque no se pueden colocar los paneles en lugares inaccesibles que impidan la distribución o el almacenamiento de la producción. Así que si la dicotomía consiste en dictaduras o malas vistas, pragmatismo solar.
Porque para producir un Giga, aunque la tecnología mejora, se necesitan unos 3 millones de paneles. Si finalmente son 12, es fácil imaginar los campos de cultivo de estos nuevos girasoles. Los empleos serán temporales. Mientras se construyan. El municipio o el propietario que ceda el terreno ingresará un alquiler. Y, finalmente, cada parque, dependiendo de su superficie, contratará a unos ocho vigilantes en turnos para proteger el recinto.
Andalucía aporta el sol y el suelo. Pero no será la comunidad con la energía más barata del mundo. El atractivo diferenciador para competir por las mejores ofertas industriales gracias a que disponemos de la materia prima vital. No. La producción de la energía generada en esta tierra la adquirirán los mismos operadores eléctricos que ahora. Y ya ellos se encargarán de vender a los usuarios a los precios que consideren convenientes.
Por cierto, la Diputación de Málaga aprobó por unanimidad hace un año una petición de moratoria para nuevos parques solares. ¿Qué sucederá ahora?
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