Punto de partida

06 de enero 2024 - 00:00

El presente año ha comenzado con gran intensidad política. Es el inicio de una legislatura llena de incertidumbres y de equilibrios inestables, donde todos tratan de disimular sus debilidades. Y la sucesión de convocatorias electorales no hace más que complicar el horizonte, sin dar la calma necesaria para resolver los asuntos que realmente importan a los ciudadanos. La cuestión es: ¿puede nuestro país vivir permanentemente en la mirada al ombligo de la clase política o podremos alguna vez enfrentarnos a nuestros verdaderos problemas?

Las declaraciones de Patxi López acerca de la negativa del PSOE a pactar con Bildu en el País Vasco, tras las de Pedro Sánchez que insistía en como tampoco iba a pactar nunca (…si quiere se lo repito 20 veces…), suenan a brindis al sol. Es evidente que al PNV le va a costar caro su entrega sin límites al poder, pero ya se sabe que Roma no paga traidores. Ahora solo cabe esperar la decisión del pueblo vasco, que se encuentra ante la disyuntiva de apoyar un constitucionalismo solo representado por el PP, o decantarse por el independentismo supremacista de Bildu o el PNV.

Este es un escenario del que van desapareciendo los partidos de izquierda. No es nuevo ya que Galicia fue el primer toque de atención, donde el PSOE hace 4 años consiguió menos representantes que el BNG, y se encamina a empeorar su situación. La lucha cainita entre Sumar y Podemos no hace más que complicar el escenario y su representación inexistente en el parlamento gallego dificulta cualquier tipo de visibilidad esperable. Por tanto, esta comunidad será un primer toque de atención a lo que pueda venir después.

Y en ese horizonte están las elecciones europeas y la posible irrupción del nuevo partido Izquierda Española. Una segregación por la derecha del PSOE, similar a la ocurrida con VOX a partir del PP, pero de incierto futuro. Porque ya han sido varias las organizaciones que han ido desapareciendo, como fueron UPyD, Ciudadanos o IU, y consecuentemente estas aventuras europeas no suelen tener un mayor recorrido. Lo que sí es cierto es que todas las circunstancias incómodas están confabulándose al unísono. Parece una estrategia propia de Maquiavelo, y como el mismo escribía: “Las injusticias se deben hacer todas a la vez a fin de que, por probarlas menos, hagan menos daño, mientras que los favores deben hacerse poco a poco con el objetivo de que se aprecien mejor”.

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