José Asenjo

Sobre Rajoy

Postales desde el filo

03 de agosto 2013 - 01:00

Aver si lo entiendo: sostiene Rajoy que sólo es culpable de haber confiado en la persona equivocada. Pero Bárcenas sólo pudo acumular su fortuna con el dinero que manejaba como tesorero del PP. Se sabe que recibía maletines de dinero de empresarios sin que, por razones obvias, mediase ningún tipo de recibo o comprobante. A los que pagaban los sobornos les bastaba con saber que los entregaban a la persona de máxima confianza del jefe (Rajoy). Todo perece indicar que sisando una parte del contenido de esos maletines, montoncito a montoncito, Bárcenas fue labrando la fortuna que tiene en Suiza. Quizás creía que su oscura labor de acarrear maletines y aplicar la alquimia contable entre cuentas B y A valía mucho más que el muy generoso sueldo que percibía. Si no entiendo mal, de toda esta película de serie B con dinero negro, cuentas secretas, extorsiones y sobornos, el hoy presidente cree que sólo debe pedir perdón por haber confiado en el contable que robó a la organización, rompió la ormetá y acabó cantando, como se diría en una mala parodia de mafiosos, hasta la Traviata.

El presidente actuó con la arrogancia del macho dominante que quiere que los suyos sientan su liderazgo. Pero demostró no ser actor de un solo registro y en otro apartado de su discurso interpretó el papel de víctima. Para ello se apoyo en la argucia retórica de utilizar numerosas citas en las que Rubalcaba denuncia las indeseables y antidemocráticas prácticas de sus adversarios. Rajoy afirmó una y otra vez estar de acuerdo con aquellas palabras del líder socialista atribuyéndolas a su particular calvario. Lo que sucede es que quienes convirtieron el hemiciclo en una comisaria, condenaban sin pruebas y utilizaban prácticas inquisitoriales contra Rubalcaba eran del grupo parlamentario del PP liderado por el propio Rajoy. Esa forma de hacer política de la que hoy se considera víctima tiene el copyright de su propio partido: cuando en la primera mitad de los noventa, impotentes en las urnas ante González, convirtieron a sus adversarios en enemigos que había que destruir a toda costa. Ahora sabemos que los populares mientras se rajaban las vestiduras con el caso Filesa y prometían la regeneración ética de la política y hasta una nueva transición, se financiaban ilegalmente con los mismos procedimientos que hoy conocemos por los sumarios judiciales. Es cierto que la financiación ilegal es una prácticas generalizada, pero no lo es menos que, por lo que hoy sabemos, comparado con sus adversarios en esos asuntos el PP juega en otra liga.

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