¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Dónde está la ultraderecha?
La ciudad y los días
Que se haya detenido en Dos Hermanas a un adolescente de 14 años por difundir imágenes sexuales de otra menor de 12 años a través de internet apunta a algo más grave que un caso aislado. Los dos menores habían mantenido una relación de amistad durante la cual intercambiaron imágenes de contenido sexual explícito que luego fueron difundidas a terceras personas. Lejos de ser un hecho aislado se trata de la manifestación de un mal por desgracia muy extendido: la hipersexualización de los menores con las redes sociales como instrumento idóneo que propicia una dañina, por prematura, iniciación voyerista en una dimensión no afectiva del sexo a través del consumo de pornografía, el intercambio de imágenes sexuales entre menores y la irrupción de depredadores adultos.
La hipersexualización de la infancia y la adolescencia temprana es una cuestión de extrema gravedad que alarma cuando adquiere matices delictivos, pero se tolera, e incluso se fomenta, como algo natural en nuestras vidas cotidianas en lo que a atuendos, maquillajes, actitudes, uso de las redes o exposición a influencias se refiere. No se confunda, como si esta fuera una preocupación mojigata, sexualización con sexualidad. Según un informe del Parlamento Europeo la sexualización es un enfoque instrumental de la persona mediante la percepción de la misma como objeto sexual al margen de su dignidad, siendo su calidad personal valorada en función de su atractivo sexual (impuesto y estandarizado por las redes y los medios). En este informe se señala que "la sexualización supone también la imposición de una sexualidad adulta a las niñas y los niños, que no están ni emocional, ni psicológica, ni físicamente preparados para ello en la fase de desarrollo en que se encuentran" por lo que "choca con el desarrollo biológico normal y saludable de la sexualidad determinado por el proceso individual de maduración".
Todo es sabido desde hace muchos años. El informe citado es de hace una década. Y hace dos que el Gobierno británico encargó el famoso Informe Bailey sobre la comercialización y sexualización de la infancia en el que se define la hipersexualización infantil como la "sexualización de las expresiones, posturas o códigos de vestimenta considerados como demasiado precoces". Todo es sabido desde hace muchos años, sí. Pero poco se ha hecho. ¿O es que en el universo de las redes y el hiperconsumo nada puede o quiere hacerse?
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