La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
Su propio afán
Se ha montado un cirio por la intervención de Ana Iris Simón, autora del libro Feria, en un acto ante el presidente del Gobierno y demás jerarcas. Les ha dicho que se dejen de España 2050 y de Agenda 2030 y de emigrantes para pagar las pensiones, y que fomenten las dos cosas de las que sí depende el futuro: la natalidad y el acceso a la propiedad de los jóvenes. Yo lo había dicho dos días antes aquí, pero nadie me había echado cuenta.
Lejos de mí los celos mediáticos o ponerme tiquismiquis con los pedigrís ideológicos. Por un lado, el eco de Ana Iris es normal (ella es joven, talentosa, felizmente embarazada, proviene de la izquierda, y sabe lo que es "el rural"); y, por el otro, cuando uno defiende cosas de puro sentido común, ¿qué más natural que las defienda el común de las personas?
La realidad es un trabajo en equipo. Si personas con la pegada de Ana Iris están en tu delantera, uno se puede concentrar en su banda. Pero ¿qué equipo es éste tan diverso? Pues el Real de la misma realidad, lo llamaría yo. Feliz por los aplausos a Ana Iris y divertido por el desconcierto de las defensas rivales, me echo a correr por mi carril, voluntarioso friki.
Y sueño una campaña a favor de la natalidad que, además de esas ayudas directas y el fomento de la industria nacional que reclama Ana Iris, fichase a William Shakespeare de publicista, ya puestos a hacer sinergias. En sus sonetos hace un alegato maravilloso de la paternidad, más centrado en la belleza, el amor y el necesario coraje que en la economía y la política. (Por cierto, que ese canto estremecido a la maternidad ya lo había hecho Ana Iris en Feria. No vaya a parecer por el vídeo viral que ella se limita a la contabilidad.)
Qué eslóganes los shakesperianos. "Pity the world", clama. O sea, ten piedad del mundo, déjale un hijo tuyo. Y sigue animando a su amigo -entusiasmado por su belleza- al matrimonio y a que nos regale un heraldo del esplendor de su juventud. En un hijo la hermosura escapa del tiempo y de la tumba. Compara el acorde de las cuerdas de una guitarra a un padre, a los niños y a una madre feliz. Remata con esta gozada tétrica: si mueres sin hijos, "el mundo será tu viuda".
Lo que pidió Ana Iris Simón es más urgente. Pero gracias a que lo dijo ella, yo puedo darme el lujo de evocar o invocar a Shakespeare (y a Platón) que sostenían que engendrar hijos es multiplicar la belleza y la bondad del universo.
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