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Lola Quero
El rey de las cloacas
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Me comenta un amigo que otro amigo está dejándose las pestañas en la siempre dificilísima traducción de Conrad, en este caso de El corazón de las tinieblas. Si abundan las traducciones de esta obra, desde Sergio Pitol, Fernando Galván y Santiago Fernández, Dámaso López, Juan Sebastián Cárdenas a nuestro Eduardo Jordá, ¿por qué sumar una más?
Pongo un ejemplo a modo de explicación. 20 años después de su traducción pionera publicada en Hiperión con prólogo de Juan Benet que leímos todos los conradianos allá por 1981, Javier Marías volvió a traducir El espejo del mar. De su primera traducción escribió el exigente Benet: "No creo que exista -ni será fácil que se repita- una traducción de Conrad de tal perfección. Soy testigo del inmenso trabajo que se ha tenido que tomar Javier Marías (…) para concluir esta labor que, me consta, ha estado en varias ocasiones en un tris de arrastrarle al abandono. Ha tenido que ser un trabajo, más que arduo, irritante [cuya] mayor dificultad reside, naturalmente, en conseguir el equivalente de ese estilo espiral, enrevesado, siempre alto de tono y escurridizo, tan escurridizo como peligroso". Imagínense, tras estos elogios, cual no será el desafío de traducir a Conrad que, tras aquel "inmenso trabajo", Marías volvió a traducir en 2004 "el libro que más trabajo le dio en su vida y le supuso más dificultades, pero quizá también más íntimos orgullo y satisfacción", como escribe en el prólogo de su edición en Reino de Redonda, llevado por "el inalterado e inconmovible entusiasmo del traductor por dicho libro".
Ningún disparate, pues, es que este amigo de mi amigo esté haciendo una nueva traducción de El corazón de las tinieblas. Pero hay otras razones. Profesor durante un tiempo en universidades estadounidenses, estaba harto de los nuevos ataques que, sumados a los ya tradicionales de la llamada "crítica poscolonial" que acosan esta obra desde Una imagen de África: el racismo en 'El corazón de las tinieblas' de Conrad del escritor nigeriano Chinua Achebe, se producían hoy en las universidades americanas contra este gigante de la literatura que, además, fue uno de los primeros que denunció los crímenes belgas en el Congo. Lean el artículo de Muñoz Molina Visiones de Joseph Conrad en el que carga contra "los anatemas ideológicos que han caído sobre él en esta época de simplificaciones virtuosas" (Babelia, 18-11-17).
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