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Leí hace días este titular referido al documental Solteronas presentado en el festival de Málaga: "Los testimonios que revelan cómo el franquismo construyó el mito de las solteronas amargadas". Vaya por Dios, pensé, Franco superó al Cid: éste ganó una batalla después de muerto y Franco las ganó antes de nacer. Y además con un éxito internacional que su política no tuvo. Porque si es verdad que "el franquismo construyó el mito de las solteronas amargadas" resulta que David Copperfield, publicada en 1849, es una novela súper franquista al presentar, no uno, ni dos, sino tres prototipos de solteronas: la enérgica y maravillosa Betsy Trotwood, modelo muy moderno (por ello poco franquista) de soltera por elección que no quiere que nadie gobierne su vida (además de que los burros no entren en su jardín); la bondadosa y sacrificada Pegotty (bondad y sacrificio: esto empieza a apestar a franquismo), que al final redime su soltería casándose con el poco locuaz cochero Barkis; y la cumbre del mito franquista de la solterona amargada, la perversa señorita Murdstone, hermana del segundo y cruel marido de la desdichada madre de David. Difícil saber si Dickens, al crearla, tuvo conocimiento anticipado del mito construido por el franquismo, quizás en una de esas sesiones de espiritismo que tanto gustaban a los victorianos, o si fue Franco quien viajó hacía atrás en el tiempo para imponer su mito.
También debió impregnar el mito franquista a la republicana Francia y a las democracias anglosajonas que llaman cruelmente a las solteronas vieille fille (niña vieja) y oldmaid (doncella vieja). La vieille fille tituló Balzac en 1836 su cruel novela sobre la desgraciada, fea, gorda y tonta Rose-Marie Cormon. El personaje de la solterona como una mujer "fea, frígida, tacaña, agria y fracasada" porque "no ha tenido la suerte de encontrar marido y tener hijos" en la literatura francesa (¡toma mito franquista triunfando en Francia!) ha sido estudiado por Marie Kock en La vieille fille: une proposition. Y al otro lado del océano tenemos a la pobrecita Catherine de Washington Square de James (1880), en la que se basó La heredera de Wyler en 1949, o a la Charlotte de The Old Maid de Edith Warton (1924) que Bette Davis interpretó en La solterona de Goulding en 1939. ¿Será que la solterona amargada no es un mito construido por el franquismo?
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