La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
LA Semana Santa ha concluido. Bueno es hacer una ligera y sencilla reflexión sobre la repercusión de la misma en aspectos vitales para nuestra tierra. Entiéndase provincia. Finalidad: no ser ajenos a lo que pasa a nuestro alrededor, siendo siempre bueno analizar para mejorar. Hemos de aceptar lo negativo y asumirlo. Por supuesto, en su justa medida. Ahora bien, no dejemos de ir a lo positivo. Al menos como instrumento eficaz para afrontar, no ya el inmediato futuro, sino este mismo imperioso, complicado y difícil presente. El aspecto negativo me permito repartirlo -cada uno que lo haga en la proporción que desee, según le haya afectado e ido la feria, como se suele decir-, en dos aspectos. Uno dependiente de nosotros, los malagueños. Bueno, para ser más exactos, de algunos malagueños y colectivos concretos. El otro, de la Naturaleza, con mayúscula, donde más bien nada podemos hacer.
Sí, esos son: las tan traídas y llevadas huelgas anunciadas y amenazantes que nos tuvieron, como espada de Damocles, bastantes días y hasta horas preliminares del mismísimo inicio de la Semana Santa realmente preocupados y, por supuesto, bien inquietos ante la gravedad que suponía para toda Málaga. El otro, el tiempo que no ha estado como debiera y deseábamos con nuestra tierra, dándonos cuartelillo pero creando inestabilidad día tras día, con lo que conlleva de cambio de decisiones y destinos turísticos de última hora. Precisamente, las que cada vez van creciendo más, ante la duda y el pensárselo por parte de las economías medias un poco hacia arriba, la inmensa mayoría de las que conforman la gran masa de turistas, en este caso nacionales y hasta de nuestra propia región. Y, precisamente partiendo de estos aspectos negativos que hemos vivido, he observado que, bastante más que en otras ocasiones, se ha dado una realidad ciudadana que, en modo alguno, debe pasarse por alto. El de la actitud del malagueño en general de solidaridad, de verdadera preocupación, por la situación de tantas y tantas personas y empresas de todo tipo. Claro está, ello con las excepciones que se han puesto de manifiesto por intereses particulares o de concretos colectivos que piensan, no ya más, sino sólo en su tajada sin preocuparles que ese bocado pueda herir e hiera muy duramente a otros y a la comunidad en todo su conjunto.
Tanto cuando se hablaba de la huelga que se había decidido y convocado, como cuando se iba prediciendo, día tras día, la inestabilidad del tiempo, los ciudadanos, además de pensar, lógicamente, en sus devociones y sentimientos cofrades no dejaban atrás su sincera preocupación por las consecuencias que, en empresas y trabajadores, iban a tener estas circunstancias. Si en años anteriores, esta preocupación lo era por el "emprendedor callejero" que sacaba unos cientos de euros para seguir tirando, ahora ha ido en aumento por toda la economía en general.
Se suele decir que no hay mal que por bien no venga, aunque, visto lo sucedido, más vale que ese bien sobrevenido procure evitarse con un buen actuar como ciudadanos. No hace falta dar más explicaciones sobre esto cuando todos -aquí la excepción sí que confirma la regla- estamos siendo afectados por esta crisis que cada vez se alarga más. Y los que no se vean tocados o hundidos por la misma, si pueden confesarlo sin sonrojarse, que lo digan. A ver si nos sirven de ejemplo para remontarla de una vez.
Ahora, mi satisfacción por observar que, los ciudadanos, los malagueños -también hay que decir que excluimos a quien corresponde- tienen un alto y noble sentido de solidaridad, al zozobrarles los hechos que pueden dañar las buenas expectativas y posibilidades de los demás, en este caso de empresarios y trabajadores. En definitiva, al preocuparnos por quienes lo están pasando mal, muy mal.
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