¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Dónde está la ultraderecha?
MEDIAS VERDADES
EN el libro El arte del insulto, escrito a seis manos por los profesores Juan de Dios Luque, Antonio Pamies y Francisco José Manjón, se afirma que para llamar a alguien nazi, fascista, comunista, ateo o jesuita [sic] es condición imprescindible que el insultado no sea nazi, fascista, comunista, ateo ni por supuesto jesuita. Y a continuación dan una larga lista de insultos intercambiables para usar en la disputa política: alzacolas, apóstata, carcunda, cavernícola, mariachi, enchufista, dinamitero, clerical, fantasmó, rojo, chantajista, vendepatrias, vaticanista, etcétera.
No viene en la lista "tonto de los cojones", que es como ha llamado el alcalde socialista de Getafe y presidente de la Federación Española de Municipios, Pedro Castro, a todo aquel que vota a la derecha. La novedad del insulto de Castro no radica en la originalidad terminológica sino en quiénes son los agraviados (la gente común), por qué lo son (por votar) y quién los afrenta (el presidente de una federación de 8.000 alcaldes). En su disculpa se puede alegar que Castro insultó como alcalde (con el genio de alcalde) y no como presidente de la FEMP pero es ridículo.
La dimisión de Castro no es el peor escarmiento, como sugiere el PP. Lo peor ya está hecho: pasar a la épica municipal como el alcalde del "tonto de los cojones". Eso es hacer historia la víspera del día de la Constitución.
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