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Yolanda Díaz ha eclipsado a las otras dos ministras de Podemos como el referente de izquierdas en el Gobierno. Hija de sindicalistas de Comisiones y militante del PCE, la gallega lleva en su mano la cartera de Trabajo, que es un Ministerio al que nunca había renunciado el PSOE, el de Largo Caballero y el de la UGT. Es una dirigente emergente que no sólo beneficia a su formación, sino al conjunto del Gobierno, incluso con sus contradicciones.
La pugna que hemos visto esta semana entre Yolanda Díaz y el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, es tan natural en la socialdemocracia como el calor en el verano: la difícil cuestión entre el reformismo necesario y la defensa, pura, de los trabajadores. Nicolás Redondo, siendo diputado socialista, votó en contra de la primera reforma de las pensiones que aprobaron los gobiernos de Felipe González, en aquel tiempo en el que líder de la UGT le espetó al ministro Solchaga en un programa de Balbín: "Carlos, tú te has equivocado de partido".
Mariano Rajoy se lo ha advertido a Pablo Casado: si gobierna, deberá reformar las pensiones y tendrá, como respuesta, una huelga general. Rajoy no es sospechoso de ir contra el sistema de jubilaciones, la razón por la que se opuso a la intervención de España por parte de la Comisión Europea fue que debía bajar las mensualidades en torno a un 30%. La advertencia sigue ahí, y es lo que ha querido endulzar el ministro Escrivá con esa apelación a un cambio de cultura y a que algunos sigan trabajando después de los 70 ó 75 años.
Los socialdemócratas de ahora, que son liberales no dogmáticos a diferencia de quienes se proclaman así, entienden el problema, pero rezan para que no les toque aprobar esas reformas. Antes de Merkel, quien hizo los mayores cambios fiscales y laborales en Alemania fue Gerard Schröder, el que inventó los minijobs y quien trasladó los impuestos desde la creación de trabajo -esto es, desde las empresas, a los consumidores-, unas políticas que podríamos tachar de pura derecha, pero que revitalizaron el país hasta convertirlo en ese dragón exportador del centro de Europa.
En este contexto, ya digo, de contradicciones y tensiones, son necesarias las Yolanda Díaz, las que mantienen una sensibilidad natural con quienes sienten que todas las refomas pasan siempre por los mismos. La ministra intenta ser la próxima candidata de las izquierdas, pero en Unidas Podemos se están intranquilizando porque ella aspira a una plataforma más amplia, posiblemente con Errejón y sin los egos que propiciaron su nacimiento y su, posterior, caída.
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