El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
Aún ecuerdo aquella noche en la que, sobrepasada la hora de la sobrecena en el Pimpi, con ocasión de un congreso organizado por la Fundación Manuel Alcántara, dos amigos, ilustres periodistas y escritores (a los que prudentemente dejo en el anonimato), enzarzados en docta conversación literaria, me pidieron continuar de copas por algún establecimiento que estuviese abierto a esas horas de la noche. Mi falta de costumbre en tales menesteres, propios de la alevosía y nocturnidad, me hizo dar vueltas con ellos hasta que un luminoso letrero nos avisó de que allí se servían copas. Entramos. Era un pub tranquilo en el que habían otros grupos de gente disfrutando de la nocturnidad. Nosotros, a lo nuestro, pedimos unas copas y seguimos enfrascados en nuestra literaria conversación, hasta que uno de los noctámbulos, algo tocado por la gracia de Baco, que había pegado la oreja a lo que hablábamos, se animó a meter baza y se acercó interrumpiéndonos, para nuestro asombro, citando a Quevedo: “Mezclemos con el vino diligentes / la rosa dedicada a los amores”, que ya sabéis que “el vino y el amor andan en cueros”. A vuelapluma, uno de los ilustres, soltó: “¡Coño, nos ha tocado un académico!
Ante la excusa que ha puesto el señor Errejón que desde que fundó el partido de Podemos, ha ejercido, con una exultante supremacía ética y moral, de ejemplar defensor e inquisidor del feminismo, y ha resultado ser un machista maltratador, me vino a la mente la anécdota anterior y no he podido reprimir un: ¡Coño con el académico de la Academia de Ciencias Morales y Feministas!
Es de todos conocido el “Juan de Mairena” de Antonio Machado. Y más aún es conocido, del apócrifo profesor, el donaire en el que, en clase de retórica y poesía, le dice a un alumno: -Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: «Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa». El alumno escribe lo que se le dicta. -Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético. El alumno, después de meditar, escribe: “Lo que pasa en la calle”. No está mal. –dice Mairena–.
En la misma clase, Juan de Mairena podría haber elegido la excusa que Errejón ha dado para justificar sus delitos de abusos y maltratos a compañeras de partido: -Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: «La exposición mediática lleva a una emancipación de las relaciones afectivas que genera una subjetividad tóxica que en el caso del patriarcado se multiplica con compañeras y compañeros del partido. Pérez escribe lo que se le dicta. -Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético. Éste, después de meditar, escribe: “¡Peligro. Errejón emancipado y subjetivamente tóxico!”. -No está mal.
Lo que sí está mal es la supremacía y presunción moral y de honradez que se vienen arrogando los partidos de izquierdas por el solo hecho de sus siglas. La virtud o la corrupción están en los individuos y no en los partidos. El caso Errejón es uno más y ni será el único, ni el último. El daño a Sumar, por este tema, es nimio. Sumar padece desde su nacimiento un cáncer terminal y no será culpa de Errejón su inminente defunción. Por cierto, hablando de Sumar y de Yolanda Díaz, ésta sí que es una auténtica académica, de la lengua, la fraseología, la lexicografía y la oratoria.
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