Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Todo lo que era sagrado
La vivienda es un bien de primera necesidad. Todos tenemos derecho a disfrutar de una como tenemos derecho a comer. Luego unos comen mejor que otros, hay quienes desayunan caviar y quienes han hecho de la restauración su forma de ganarse la vida. Igual que con la vivienda. Pero, en un estado social de derecho, el Estado tienen la obligación de garantizar ese acceso a todos los ciudadanos, con independencia de su situación social. Ese ha sido el objeto de las políticas de vivienda (fiscales, urbanísticas y de promoción directa) hasta que desaparecieron de facto con la crisis de 2007 y el Plan de Vivienda de 2013.
Con la crisis se concluyó que en España había viviendas de sobra. Aunque estuvieran deslocalizadas, en sitios donde la demanda era esencialmente turística, y en lugares inaccesibles para las rentas más bajas. Se apostó por la rehabilitación, contra lo que no hay nada que decir, pero que no siempre resuelve el problema de la escasez. Y se confió todo al mercado. Si se confía en el mercado, no se puede esperar otra solución que no sea la que al mercado le interesa. ¿Por qué producir viviendas con un precio y beneficio tasado cuando se puede obtener un beneficio mayor? No tiene lógica y, como no la tiene, no se produce. Si compro una vivienda y la puedo alquilar por 30 ¿por qué hacerlo por 10? Y si en la ciudad hay 12.000 viviendas turísticas, mejor que si hay 1.200. Más turistas y más trabajo, aunque desaparezca la oferta de alquiler.
Y por este camino la situación llega al límite. Cuando en una promoción como la de las torres de Martiricos se meten más de 120 pisos turísticos que amargan la vida a la otra mitad de inquilinos que compraron para vivir. Vivir en un edificio de viviendas y no en una especie de apartahotel o un edificio en multipropiedad. Vivir en una vivienda a la que no la devalúe el uso que hagan los vecinos de las suyas. Esta situación genera un problema a corto plazo para el sector inmobiliario, porque a las bondades de diseño, servicios, calidades y situación con las que se ofertarán las próximas promociones, ahora habrá que descontar la posibilidad de que el vecino explote su casa con un alquiler vacacional. Con lo que no es descabellado que los compradores exijan algún tipo de garantía previa. Si existe la posibilidad de comprar en otro Martiricos, el precio ya no será el mismo y ellos solos habrán matado la gallina de los huevos de oro.
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