09 de agosto 2024 - 03:07

Me sorprende la facilidad con que nuestros políticos pueden cambiar de opinión, pero me sorprende mucho más que el ciudadano normal y corriente cambie sincrónicamente de la misma guisa. No logro entenderlo. Lo que antes era blanco, de repente es negro. Hasta cierto punto, logro entender que un político – sin escrúpulos- cambie su piel y su color porque le fascine el poder; sin embargo, ¿qué saca el ciudadano de todo esto? Podría incluso llegar a comprender que muchos consideraran que la dichosa amnistía no les afectara directamente, sobre todo a aquellos que no disponen de un claro concepto de Estado. Pero no puedo entender, bajo ningún concepto, que se le condone una deuda extremadamente densa y que les beneficie el nuevo reparto fiscal en detrimento de la igualdad y solidaridad con el resto de las autonomías, regiones y ciudadanos.

Bajo el eufemismo del federalismo se pretende llegar al independentismo a través de un referéndum. Se nos hablará de las magnificencias de las consultas y de la ejemplaridad que supone para la Democracia. Se obviarán las consideraciones de la mayoría de los españoles y las de más del 50% de los catalanes. Volveremos a mimar o proteger a la niña chillona, egoísta y malcriada. La inmensa mayoría de los españoles considera que ese territorio pertenece a España y que, en todo caso, dicha consulta debería realizarse a nivel nacional.

Otro alto porcentaje considera que esos separatistas deberían comprarse unos terrenos en Groenlandia e implantar allí su tan deseada República. No es de recibo que vivamos desde hace décadas en este interminable conflicto, que afecta indudablemente a la convivencia y a la estabilidad del país.

Mi oposición tajante al devenir que se nos avecina. Lo poco que pintamos en el panorama internacional se nublará aún más con esta posible secesión. Mi oposición tajante a seguir alimentando la desigualdad entre los/las españoles.

Los únicos que sobran son esos independentistas soberbios, iracundos, egoístas, ególatras e insolidarios. El derecho al pataleo y a ser secesionistas no se les puede suprimir. Son sus ideas o sentimientos. Pero mis ideas tampoco las voy a cambiar por un iluminado que pretende destruir una nación con más de quinientos años de historia.

Ya estoy en la órbita de los fachas, como Page. Me da igual. Yo no voy a ser cómplice de esta ignominia. Ningún país moderno y europeo consentiría este desbarajuste en su territorio. Ni Francia, ni Italia, ni Alemania. Pero esto es el coño de la Bernarda.

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