El bulo

24 de septiembre 2024 - 03:07

El Consejo de Ministros aprobó la semana pasada el Plan de Acción Democrática que -se supone- es el comienzo para desmontar la industria del “fango”, siendo tal, no solo los bulos (“noticia falsa, generalmente propagada de forma oral con un fin determinado” en definición de la RAE), sino también toda opinión o interpretación de los hechos que no sean del gusto del Ejecutivo o afecten negativamente al entorno del autócrata y su coro chiripitifláutico (esos que gobiernan repitiendo a coro la consigna que les envían los muñidores de la Moncloa).

Ahora, el presidente pretende internacionalizar su problema, o sea lo que él considera bulos porque afectan a su esposa, llevándolo a la ONU, con la excusa o con el fin de que la comunidad internacional se implique contra los bulos y la desinformación para fortalecer las democracias y combatir los extremismos que socavan la confianza de los ciudadanos en sus instituciones. Pero…, vamos a ver, ¿Acaso las encuestas que hace Tezanos no son como para socavar toda confianza en el CIS? Y ¿Las actuaciones partidistas del Fiscal general del Estado no son como para desconfiar de la Fiscalía? ¿O que haya una mayoría progresista con un exministro del Gobierno al frente del Tribunal Constitucional no es como para socavar la confianza ciudadana en dicho tribunal? ¿Acaso no crea el propio Gobierno desconfianza con sus increíbles y estrambóticos cambios de opiniones? ¿Cuántas líneas rojas ha creado él mismo y se las ha saltado, justificándolo con argumentaciones ofensivas para cualquier mente normal?

Como ya hemos apuntado, la RAE define el bulo como una noticia falsa, pero también significa una mentira, patraña, embuste, engaño, trola, cuento, paparrucha o calumnia. Si hiciéramos un listado con todas las mentiras (puede el lector elegir cualquiera de los sinónimos de “bulo” que hemos expuesto) que el presidente y sus adláteres nos han contado a los españoles, la de veces que han dicho una cosa y han hecho la contraria, con la única excusa de que no han sido patrañas o embustes, sino “cambios de opinión”, quedándose tan pancho, que es una forma de insulto a la ciudadanía, llegaríamos a la conclusión de que ha sido Pedro Sánchez, sus ministros y lacayos al frente de organismos del Estado, los que más “fango” han producido en este país. Y cuanto más airee e internacionalice esa paparrucha que se han inventado de la regeneración democrática, que no es más que una mala copia de la censura que ya tuvimos en época de la dictadura, más se le va a quedar el culo al aire. Porque el “fango” que dice que hay, cuando afirma, él y sus ministros, que en el caso Begoña no hay nada (“no hay caso”), no es más que convertir su defensa en un buen ataque, porque haber caso hay, como las meigas en Galicia que “haberlas haylas”. Yo me pregunto y le pregunto a todos mis compañeros que han trabajado, se han partido los cuernos estudiando, han sacado una licenciatura, su reválida, dos cursos de doctorado con su correspondiente tesis doctoral, han pasado años de profesores no numerarios, adjuntos, encargados de cátedra, etc., y han terminado jubilándose sin conseguir la ansiada cátedra ¿Cómo aguantar sin rebelarse y armar la de Dios es Cristo, viendo que a una señora, por muy esposa del presidente del Gobierno que sea, le dan la dirección de una cátedra en la Universidad Complutense de Madrid? Pero ¿Qué digo? Estoy creando “fango”. Esto es un bulo ¿O a lo mejor no?

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