El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
Las elecciones británicas se han resuelto con un cambio histórico, la victoria por 412 escaños del Partido Laborista y de su líder, Keir Starmer –que casi alcanza a Tony Blair en aquel triunfo de 1997 con 418 escaños-. Mientras tanto, Rishi Suhnak ha conseguido 121 escaños, el peor resultado del Partido Conservador en su historia. Se termina un ciclo político conservador de 14 años y comienza una etapa política nueva, caracterizada por un cambio político con un giro hacia a la izquierda y por la de un reformismo socialdemócrata.
La política inglesa reciente no puede entenderse sin la influencia de Margaret Thatcher. El thatcherismo pretendía minimizar el papel del estado, promover la baja inflación y el libre mercado a través de un estricto control de la oferta monetaria, las privatizaciones y las limitaciones en el movimiento obrero. Era, sin duda, una vuelta al liberalismo clásico. Pero lo interesante era, más allá de sus once años de gobierno, que determinó el estilo de la política inglesa posterior . Tony Blair y el New Labour sólo se comprenden como herederos del thatcherismo: La izquierda empezó a desplazarse a la derecha en las políticas económicas, si bien seguía defendiendo el Estado de Bienestar y las políticas sociales. La Tercera Vía de Blair fue el último éxito mediático sobre la necesidad de realizar un debate sobre las políticas socialdemócratas. Al final sólo la compartían Blair y Schroeder. La izquierda descalificaba el giro a la derecha de esta socialdemocracia. En cualquier caso, thatcherismo y blairitas fueron buenos tiempos para el juego político de conservadores y laboristas en este país.
Sin embargo, el segundo ciclo conservador ha sido mucho menos brillante e influyente que el de Thatcher. Cameron,Theresa May, Boris Johnson, Liz Truss y Sunak han sido un desastre. Una mezcla de ‘posh’ de clase alta, en muchos casos, viviendo y dirigiendo un pais en una burbuja y ajenos completamente a la gente. El Brexit, la pandemia, el escándalo de las fiestas de Downing Street, el hundimiento de los mercados por el plan de bajadas masivas de impuestos de Truss y las múltiples crisis dentro del Partido Conservador. De ‘Cool Britannia’ a ‘Broken Britain’.
Starmer se encuentra ahora con un país que crece despacio después de unos meses en recesión, al que le está costando recuperarse más de la pandemia que a otras economías y que sufre los efectos del aislamiento provocado por el Brexit. El estancamiento de los sueldos, la falta de inversión pública y privada en infraestructuras anticuadas y las listas de espera de millones para recibir tratamiento médico en la sanidad pública han acrecentado el enfado de los ciudadanos con la gestión del Partido Conservador.
El nuevo primer ministro se ha comprometido a comenzar de inmediato a “reconstruir el Reino Unido” e impulsar los objetivos anunciados durante la campaña: mejoras en la sanidad y educación públicas, nuevas infraestructuras, energía más barata y calles más seguras. Tiene una tarea difícil. Se ha hablado mucho de su perfil como líder soso, lo que hace falta es que sea el reformista adecuado para el momento histórico que vive Inglaterra. Además del programa nacional es importante su postura europeísta, muy distinta que la de los conservadores. Vuelven los laboristas, vamos a ver qué tal es este New Labour de Keir Starmer.
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