Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Un drama
Las apacibles aguas de la bahía son relajantes. La temperatura, en estos días de mediados de septiembre, ha bajado lo suficiente como para no acordarnos del calor de agosto. La brisa es fresca y es un placer pasear por las playas de El Palo hasta mi destino final: el “Chipirón colorao”. Rafalito ofrecía hoy una tapa especial que no es frecuente de ver, unos torillos fritos, un “pescaito” cilíndrico, robusto y de unos cinco o seis centímetros de largo, que son propios de estos meses de finales del verano. Cuándo Lucio llegó ya estaba yo en la barra con mi copa de vino blanco y los torillos servidos.
Nos habíamos visto el miércoles pasado en el homenaje a Carlos Hernández Pezzi, donde tuvimos el placer de escuchar la magnífica laudatio que Salvador Moreno Peralta le dedicó y la alegría de encontrarnos, después de mucho tiempo, con nuestro querido y magnánimo Inocencio Fernández. –Hola Lucio ¿Qué tal? -le saludé-. A lo que me respondió: –¡Que mala cara tiene este enfermo! ¡”Joé”, bien empezamos! -pensé-, –¿A quién te refieres, Lucio? –A nuestra democracia, Juan, a nuestra democracia, ¿no te das cuenta? –A ver, explícate.
Lucio, al que ya Rafalito le había servido su copa de blanco y su tapa de torillos, se la llevó a los labios y, tras dar un largo sorbo, comenzó su perorata: –No hago más que pensar -comenzó a decirme- en las ansias de poder absoluto que muestra el presidente Sánchez. Hasta ahora ha hecho lo posible e imposible para mantenerse en la Moncloa. Ha mentido con todo descaro al pueblo español, al Parlamento y hasta a sus socios, ha vendido a cambio de votos las competencias estatales, ha cedido al chantage de los separatistas hasta traspasar líneas rojas insospechadas, algunas que él mismo y su Gobierno habían dicho, jurado y perjurado que no traspasarían jamás porque las consideraban anticonstitucionales, en fin, todo lo que se diga es poco, porque sus felonías nos las hemos tragado y, lo que es peor, las hemos aceptado como algo normal. Con la indolencia de un pueblo narcotizado. Pero que se haya atrevido a decir que seguirá en el Gobierno “con o sin el concurso del Poder Legislativo”, o sea que le importa un bledo la cámara que representa la soberanía del pueblo español, es absolutamente intolerable. Muestra una sicopatía obsesiva por el poder. Creo que se asemeja bastante a la que padece Maduro o Kim Jong-Un.
Es muy preocupante que, paso a paso, ha ido haciéndose con todos los órganos del Estado. El TC, la Fiscalía General, el CIS, el Banco de España, Correos, Red Eléctrica, el INE, AENA, la agencia EFE, Prisa, RTVE, la CNMC y qué quieres más. Todos los que dirigen estos estamentos están legalmente nombrados, pero es absolutamente inmoral y falto de ética, además de insolente e indignante, el uso partidista que hacen sus dirigentes siguiendo órdenes del Gobierno. Algunos casos son verdaderamente intolerables, como el uso que hace Tezanos del CIS, o como utiliza García Ortiz la Fiscalía General, o como está al servicio de los intereses del Gobierno el Tribunal Constitucional que ha llegado a corregir sentencias del Tribunal Superior de Justicia. De aquí a que el Gobierno instale una dictadura queda nada y menos, al tiempo. Esta democracia tiene muy mala cara.
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