La Rayuela
Lola Quero
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El problema de la vivienda se ha convertido hoy en uno de los principales caballos de batalla de la política española. Una vez más sirve de arma arrojadiza entre partidos para, en el fondo, ni tomar decisiones ni plantear soluciones. Pero hete aquí que los tiempos no dan ya para más condescendencias y la ciudadanía exige respuestas inmediatas. ¿Seremos capaces de solventar este reto social y demográfico tan urgente? Pronto tendremos que saberlo.
El descenso tan acusado de la tasa de paro en Málaga ocurrido este trimestre, situándose prácticamente a la par de la media nacional, tiene una curiosa lectura. Ha hecho falta crecer en 20.000 demandantes de empleo a la población activa malagueña, para que se creen más de 50.000 nuevos puestos de trabajo y se contabilicen 35.000 desempleados menos. Interesante relación: más población genera muchos más empleos y reduce el paro. El problema es que esta tendencia requiere más vivienda, energía, agua, transporte, etc. y encontrar el equilibrio sostenible no es fácil.
Son muchas las herramientas políticas y sociales que deben ser activadas de nuevo. Tanto la creación de viviendas sociales, como la recuperación de la hipoteca joven, o las deducciones fiscales por compra de primera vivienda o por alquiler de vivienda habitual, son fundamentales en este momento. Si se observa detenidamente, todas ellas fomentan tanto el alquiler como la adquisición de nuevas viviendas, y eso trasciende en la creación y estabilización del empleo. Por tanto, son soluciones especialmente necesarias para los jóvenes y muy adecuadas para reactivar la economía, poniendo en circulación todo el ahorro y el parque inmobiliario que se refugia en los bancos y en el alquiler turístico.
Es curioso cómo, tras tantos años de democracia, algunos partidos siguen sin caer en la cuenta de que todas las normas restrictivas que quieren impulsar se enfrentan a la idiosincrasia española. Encontramos como, los que tratan de prohibir el alquiler turístico, en vez de facilitar la reconversión al alquiler de vivienda habitual, siguen anclados en la economía planificada y los planes quinquenales. Recordemos en este punto como definía la dictadura el genial escritor Jardiel Poncela: “Sistema de gobierno en el que lo que no está prohibido es obligatorio”. Por tanto, recompensemos el uso adecuado de las viviendas en vez de restringir inútilmente la propiedad privada.
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