José Asenjo

El chiste del lord

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19 de octubre 2008 - 01:00

AL leer la noticia sobre la disolución de una agrupación del PSOE malagueño me acordé de aquel chiste del lord inglés que es amonestado en su club: "lo lamento lord Perschy, pero no se puede orinar en la piscina", le afea uno de los encargados, "pero… si lo hacen todos", responde con extrañeza el distinguido socio, "sí, pero no desde el trampolín". Pues eso, más o menos, es lo que ha ocurrido con la agrupación de Puerto de la Torre, mayoritariamente identificada con la corriente crítica Alternativa Socialista. La versión oficial ha sido acogida con escepticismo, aunque con la débil esperanza de que la nueva ejecutiva hubiese iniciado por fin una operación -ineludible en una organización basada en el voto de sus afiliados- de limpieza y clarificación de censos. Pero muy probablemente, como apuntan los más escépticos, lo ocurrido significa sencillamente que los jóvenes dirigentes socialistas han heredado la inveterada costumbre de utilizar los estatutos para eliminar la disidencia interna y de camino favorecer a sus leales. Algo que, en ocasiones, se ha llegado a practicar con tal saña que el partido quedaba sin fuerzas para combatir a sus verdaderos adversarios políticos.

Al otro lado del espectro las cosas no están mejor. Como en el caso anterior, nadie ha dado el menor crédito a la versión oficial sobre la inesperada renuncia de Joaquín Ramírez. Para los amantes de las teorías conspirativas, Ramírez ha sido la víctima de un implacable Arenas. La versión más suave es que el líder del PP andaluz no ha querido líos con las distintas facciones del PP malagueño y ha tirado por el camino de en medio. Para otros, el jefe de los populares andaluces no ha sido neutral, sino que ha visto la oportunidad de colocar un poder vicario en la presidencia de la poderosa y exitosa organización malagueña. Parece que, en su nuevo viaje hacia la presidencia, el líder de los populares andaluces haya metido en su equipaje el manual de instrucciones que con tanto éxito lleva años aplicando el aparato regional de los socialistas.

El riesgo de incidir con tanta frecuencia en estas malas prácticas es el de inducir a los ciudadanos a formularse una inevitable pregunta: si hacen estas cosas para conservar el poder orgánico, ¿qué no harán para mantener el poder institucional?

El renacido premier británico Gordon Brown, convertido en arquitecto del nuevo orden económico mundial, utiliza de forma recurrente en sus propuestas palabras como transparencia, exigencias de información, integridad del sistema, etc. Son sus recetas contra la opacidad, la desregulación, los abusos, la inmoralidad empresarial, etc., considerados unánimemente como causas de la crisis. Si pasásemos de las grandes cuestiones internacionales a las pequeñas cosas que nos rodean y condicionan nuestra existencia, veremos como también en asuntos de muy distinta naturaleza -como los comentados más arriba- nos hemos acomodado a aceptar con preocupante normalidad la pérdida de todo sentido ético.

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