La Rayuela
Lola Quero
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El resultado de las elecciones en EEUU ha sorprendido en España a propios y extraños. Fue tan intensa la campaña de apoyo a Kamala Harris que su victoria parecía ser un paseo triunfal. Pero hete aquí que los norteamericanos decidieron votar sin pensar en nuestros deseos y ahora es difícil encontrar respuestas. Sin duda, la próxima vez que nos toque votar a nosotros vamos a hacerlo sin pensar en ellos, aunque ¿alguna vez lo hemos hecho?
Buscar ahora razones del fracaso demócrata puede parecer fácil, pero conviene hacer el examen para solventar situaciones futuras. La búsqueda excesiva del voto de las minorías, tratando de resaltar un perfil más progresista, llevó a Kamala a dar la espalda a las mayorías. Y cuando un político se aleja de esa mayoría de ciudadanos, es evidente que el número de votos también disminuye irremediablemente. Porque al igual que una empresa tiene el deber de ganar dinero para avanzar, un partido político tiene la obligación de obtener una cantidad suficiente de votos para gobernar. Si no es así, está olvidando su naturaleza representativa para el mayor número de ciudadanos posible. Y de eso en nuestro país sabemos bastante, aunque aquí la multitud de partidos actual permite gobernar incluso perdiendo las elecciones.
La campaña en general fue de lo más variopinta. Buscar a una candidata a la carrera, ante el deterioro físico del actual presidente, hacía predecir un intrincado resultado. Y el atentado contra el candidato republicano fue la gota que colmó el vaso. A partir de ahí se sucedieron los insultos y enfrentamientos, y en esa tensión política Trump se desenvuelve como pez en el agua. Lanzar una soflama de barbaridades y seguidamente armar un buen discurso económico fue como esos combates donde con un brazo entretienen al contrincante y con el otro arrean golpes certeros.
Ahora nuestros políticos felicitan al ganador con mensajes poco convincentes. Es más, todavía alguno ignora el resultado y sigue insultando al vencedor, al que ya poco le afectan estos mensajes desde la distancia. Porque para alguien que, cual ave fénix, ha sabido renacer de sus cenizas, esta nueva legislatura le servirá para no repetir los errores del pasado. Porque, como bien le recordaría a Trump el propio Winston Churchill: “La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra podemos morir una vez; en política, muchas veces”.
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