La ciudad y los días
Carlos Colón
Tras el Congreso: servir o servirse
La ciudad y los días
El problema de las instituciones es que sin ellas el mensaje del que nacieron, custodian y transmiten se desvanecería, se disgregaría según el capricho de grupúsculos que harían sus propias interpretaciones o incluso se perdería; a la vez que acaban identificando tanto la estructura de poder de la institución con el mensaje, que acaban por confundirlos como lo mismo hasta el punto de deformarlo e incluso traicionarlo por el bien de la institución. Así, si hay que agradecerles la conservación y transmisión del mensaje también hay que reprocharles que lo manipule y deforme por su propio interés y el de su líder. Y esto vale para todas las instituciones, sean de naturaleza política o religiosa.
Todas las instituciones religiosas o civiles que tienen la obligación de transmitir un depósito de fe o de ideas deberían tener presentes los números 84, 85 y 86 del Catecismo católico. Si el 84 y el 85 afirman que “el depósito de la fe, (…) fue confiado por los Apóstoles al conjunto de la Iglesia” y que “el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios (…) ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia”, el 86 añade algo fundamental: “El Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio”. También los partidos políticos deberían tener en cuenta que su estructura de poder –el partido, su líder y sus dirigentes– nunca deben están por encima de los principios y las ideas que desde su fundación son su razón de ser, con las lógicas mudanzas interpretativas que los tiempos y la evolución de las ideas exigen, sino a su servicio.
Ya que los modernos partidos políticos de izquierdas han copiado tantas cosas de la Iglesia, desde la momia de Lenin venerada como los cuerpos y reliquias de los santos, el “Catecismo de la doctrina socialista” de Felipe Carretero que copiaba los de Astete y Ripalda o la conversión de la herejía en revisionismo y del “extra Ecclesiam nulla salus” y el “para en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia jerárquica así lo determina” de San Ignacio en “es mejor equivocarse con el partido que tener razón fuera de él”, deberían también tener en cuenta –digámoslo tras el vergonzoso Congreso del PSOE en el que Zapatero llamó lealtad a la sumisión– que ni el líder está por encima del partido ni este por encima de las ideas y los principios de los que nació.
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