Días tontos

12 de enero 2025 - 03:08

Desperté con el perrete roncando a mi lado. Dentro de la cama. Como en la escena de la cabeza cortada de caballo en El Padrino. Sin sangre, sin sábanas de seda, pero con el Pippo compartiendo almohada. Me dió pena echarlo a patadas como al árbol y los adornos de navidad. En el Paseo del Parque desmontan los puestecillos navideños para que respire la acera entre tanto chirimbolo. Así corren las horas. En días tontos con planes para todo y premoniciones a devolver. Creo que 2025 lo han parido manido y cincuentón, en blanco y negro descafeinado. Y no será por noticias asombrosas. El incendio de la ciudad de Los Ángeles ha dejado a buena parte del star system hollywoodiano sin casa como las víctimas de la DANA valenciana. Terremoto en el Tíbet. Ya vamos por tres elementos de la naturaleza alterados: fuego, agua y tierra. Que no falte aire con vendaval de fin de semana. Rachas de viento levantatejas. Desde más alto todavía la NASA, agencia cohetera que pone a la ciencia cara de astronauta, advierte que nuestra hospitalaria Cenacheriland va a quedar cuchifrita airfryer. Nos avisan del riesgo climático y la multiplicación de la calorina durante más de tres meses consecutivos con el termómetro por encima de 35º, a secas. El agua también escaseará. El anuncio en estas jornadas de temperaturas veroñales da más miedo todavía. Ya le digo que el calendario a lo bobo comienza sudando en manga corta. No pueden faltar los sueños húmedos de Donald Trump: Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá. To pa mi. Al presidente Jimmy Carter, el mejor expresidente de los USA a ojos de expertos, Trump lo llamó bobo poco menos que de cuerpo presente en su funeral. Carter firmó el tratado con Omar Torrijos en 1977 para ceder en 1999 el canal que une el océano atlántico con el chinado Pacífico. En Canadá están despidiendo a Trudeau. Allá por Groenlandia los daneses andan Hamlets perdidos: “¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, o tomar las armas contra este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir. ¿No más?” Morir es no poder comerciar. Lo que tienen en común Panamá, Canadá y Dinamarca es el futuro de las nuevas vías comerciales. Ya le digo que amanecí compartiendo almohada con un perro y todo lo que suceda a partir de ahora me parecerá normal ;-)

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