Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Una táctica clásica de los malos gobernantes es la de recurrir al enemigo exterior. Con ello tratan de tapar sus carencias, debilidades y errores, buscando en tierras lejanas la culpabilidad por sus fracasos cercanos. Pero cuando ésta se usa reiteradamente, acaba descubriéndose y perdiendo su efectividad, logrando finalmente el efecto contrario. Hoy son muchos los frentes internacionales abiertos en este sentido, y algunos de ellos contra España, pero ¿qué esconden realmente?
Las críticas de la nueva presidenta mexicana hacia el Rey de España predicen unas turbias relaciones futuras. Tan joven y sin criterio propio, ha hecho un seguidismo de su predecesor que nadie le exigía. Todo el mundo sabe el enorme problema de corrupción y narcotráfico que tiene hoy nuestra nación hermana mexicana, y a todos nos apena que este cáncer haya inoculado las instituciones, empresas y administraciones de ese país. Pero el desgobierno, la crisis financiera y las desigualdades sociales no se pueden esconder con historias medievales y veleidades pueriles. El hecho de que Moctezuma fuera conquistado por Hernán Cortés, y no hablamos de territorios, solo indica la habilidad de conocer las debilidades de un contrincante y usar inteligentemente el hartazgo de sus enemigos. De ahí que la transición entre arrancar el corazón y abrazar la cultura española fuese tan sencilla.
En plena campaña navideña otoñal, también el dictador venezolano está enfadado con España. Ya no sabe a quien dirigirse, especialmente después de la publicación de las actas electorales por la fundación Cárter. Pero no debería enojarse tanto porque, entre sus escasos apoyos democráticos en el mundo, aún le queda el gobierno español que sigue sin reconocer al presidente Edmundo González, incluso ante su próximo regreso a Venezuela. Esperemos que se pueda recuperar la senda del buen juicio y veamos pronto la toma de posesión de un presidente electo venezolano, esta vez sí, arropado por todos aquellos líderes que creen en la democracia.
La gran paradoja del enemigo exterior es, sin duda, la de Irán con Israel. El hecho de que, en cada ataque a los terroristas de Hezbolá o Hamás, muera un miembro de la guardia revolucionaria iraní es, cuanto menos, sospechoso. Sería bueno que los persas, en esta tensa espera a la respuesta judía tras su bombardeo masivo e inofensivo, no se acerquen a ningún aparato electrónico, por si acaso.
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