La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
Su propio afán
Es muy importante que ni nuestras opiniones ni siquiera nuestros principios nos cieguen. Hacemos un flaco favor a nuestras causas defendiéndolas con razones equivocadas y razonamientos forzados. Nada desprestigia más una argumentación que el voluntarismo y el pensamiento desiderativo. Me hago estas reflexiones cada vez que veo a alguien que sostiene que los actuales movimientos políticos de Pedro Sánchez son ilegítimos pues él siempre negó en campaña que concedería la amnistía y que permitiría el referéndum e incluso que pactaría con los nacionalistas.
No hace falta que diga aquí que soy un antisanchista convencido y que considero sus movimientos ilegítimos por razones de más peso; pero la legitimidad de sus votos la goza entera. Nadie que le haya votado tiene a estas alturas (ni tuvo a las alturas del 23 de julio) la menor incertidumbre de que Sánchez pactaría con quien fuese para mantenerse en el poder. Con media España gritando “que te vote Txapote” no cabía duda de quién iba a apoyar al candidato Pedro. Así le votaron.
Resulta, por tanto, ridículo y contraproducente hacer apelaciones al partido más votado (el que ha perdido la investidura) o a la falta de legitimidad de Sánchez por hacer lo contrario de lo que decía que haría…, pero que todo el mundo sabía que haría. En Istmos, su sopesado libro de aforismos, el profesor Ricardo Calleja tiene uno que encaja como un guante en la mano de Sánchez: “Soberano es aquel cuyo electorado le tolera de todo”.
Ahí estamos, aunque estremezca la aparición de la palabra “soberano”. Donald Trump presumió: “Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”; pero Pedro Sánchez lo hace delante de nuestras narices. Dispara contra el Estado de Derecho, contra la separación de poderes y contra todo lo que se interponga entre él y su Falcon y la gente que le aplaudía ayer le sigue aplaudiendo hoy. Está a un tris de decir: “El Estado soy yo”; y sus votantes y los de los partidos satélites –tras pasar por caja, por supuesto– se lo aplaudirían igual, entusiasmados.
Con estos hechos, frente a este estrago, hay que hacer política, explicar mejor qué es la libertad y qué el Derecho, mostrar las consecuencias, proponer otras formas de gobernar y convencer a los palmeros. Es más difícil que consolarnos pensando que Pedro Sánchez ha engañado ¡otra vez! a millones de votantes socialistas que no pueden dar crédito a sus ojos. Ya, ya.
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