El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
Mientras este país está de vacaciones y descansa de todo, los columnistas en este agosto no tenemos un respiro para casi nada. Si el pacto del PSC y ERC ha dado lugar a numerosas críticas sobre lo discutible de la reforma modelo de financiación de Cataluña, así como lo problemático que aparece su avance hacia el Estado. Sin embargo, de una semana de exposición de los problemas y las críticas hemos pasado al estupor de ayer, con un Puigdemont, más conocido por sus huidas que por sus méritos políticos y que volvió a protagonizar una breve mitín para sus partidarios en Barcelona, defendiendo la independencia y zafándose de la detención ante los mossos. El estupor y el asombro fue máximo ante alguien que lleva más de siete años evitando a la justicia española y que debería haberse entregado al juez Llanera para regularizar su situación con la justicia española. En cualquier caso, ni consiguió ser el héroe que pretendía más que para sus propios seguidores, ni consiguió detener la sesión de investidura del nuevo Presidente de la Generalitat, Salvador Illa.
Más allá del gesto, y de cierta vergüenza ajena, Puigdemont y Junts, parecen perder la iniciativa para dar algún tipo de salida al proces y sólo parece quedarle el bloqueo de los presupuestos y, en general, de la actividad del gobierno en el Congreso. El discurso de Illa demostró que quiere ser el President de una etapa nueva, aunque tendrá un apoyo vigilante de ERC y de En Comu. De algún modo, su experiencia política y su talante, le han hecho situar al PSC donde está e incluso superar unas negociaciones complejas para gobernar y evitar una repetición electoral. Su temperamento educado y dialogante, parecen hacerle el hombre idóneo para pilotar esta Cataluña del ‘fin del proces’, alguno ha visto en él, un Keir Starmer para la Cataluña de hoy. Pese a llegar al poder de la mano de las izquierdas, Illa no oculta tampoco que buscará apoyos más allá. “Cataluña necesita abrir una etapa de consensos puertas adentro y puertas afuera” y “afrontar sin prejuicios los conflictos políticos mal resueltos”, dijo.
Sea como sea, la nueva etapa le espera una gobernabilidad difícil, con unos socios de gobiernos vigilantes en el cumplimiento de un modelo de fiscalidad propia y de un Estado plurinacional. En el primer caso, está por ver que respete la solidaridad con las demás comunidades autónomas, en el segundo, no vemos con claridad el modelo de Estado Federal que se deriva de ese concepto de Estado Plurinacional. Illa debería de tomar en consideración algunas de las críticas realizadas esta semana. Habrá que dar tiempo al nuevo President. A ver esos cien días.
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