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Juan Espadas está haciendo una campaña heroica, pero estaba obligado a comerse todos los kilómetros que caben en la red de carreteras de Andalucía. Por su propia naturaleza, el candidato socialista arrancó tarde, pero tiene una naturaleza de corredor de fondo, su media maratón acabará dentro de cuatro años, que es el mismo plazo que se marcó Juanma Moreno en 2015 para lograr la Presidencia de la Junta. Nada de lo que Espadas gane ahora caerá en saco roto, será la base desde la que construya la oposición a Moreno, porque, entendámosno, el presidente de la Junta ha gozado en su primera legislatura de una izquierda o en construcción o rota, que cayó en el error de confiarlo todo al rechazo que Vox pudiera tener en la sociedad andaluza.
Lo que se está observando en los sondeos -en todos- es algo que estaba muy claro antes de comenzar la campaña: hay votantes progresistas que van a votar a Juanma Moreno para que, en su fortaleza, gobierne sin Macarena Olona. Sin una victoria creíble, todo lo que Espadas consiga espantar mediante el temor a Vox irá hacia el PP porque es el recorrido más seguro del llamado voto útil. O un voto para el PP o una abstención razonada, que lo que se trata es de apartar el histrionismo macareno de la Junta, que es una administración que gestiona más de 40.000 millones de euros. Vox se podía haber ahorrado el viaje de Olona y Zancajo a Andalucía, y haber dejado a Manuel Gavira, que ni le suma ni le resta a las siglas.
Este mismo razonamiento es el que dejará a Ciudadanos en nada, aunque Juan Marín quedase bien en el debate de RTVE. Lo mismo que ha ocurrido en Madrid y en Castilla y León.
El argumento de la izquierda no puede ser la extrema derecha, sino sus propuestas de Gobierno. Al común de los votantes andaluces le preocupa, sobre todo, dos problemas: el del empleo más todo lo relacionado con la economía -la inflación- y la sanidad pública. Esto vale para el de derechas y el de izquierdas, pero éstos últimos no comparten con los primeros su interés por la defensa del medio ambiente ni por la igualdad de género. Éstos son los elementos distintivos del elector de izquierdas ahora.
Mientras, al de derechas le preocupa, y no comparte con el otro polo, la presión de los impuestos. En torno al votante de Vox hay dos ideas obsesivas: la inmigración y los altos impuestos, que se van diluyendo a medida que se corre hacia la izquierda en el arco político. En la extrema izquierda preocupa, sobre todo, la igualdad entre andaluces, pero en especial entre mujer y hombre, así como la defensa de los derechos de los colectivos LGTBI.
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