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Se está convirtiendo en un clásico doble de la política española: Pedro Sánchez sobrevive a las situaciones más adversas, supera en el último minuto los obstáculos más aparentemente insalvables, y Alberto Núñez Feijóo falla en los últimos metros de la carrera, desperdicia las mejores oportunidades por su inconsistencia y falta de firmeza.
Esta semana ha sido un éxito para Sánchez, apenas empañado por las denuncias de Víctor de Aldama, que tampoco sabemos adónde llegarán. El presidente socialpopulista ha sacado adelante la candidatura de Teresa Ribera a la vicepresidencia de la Comisión Europea, que ha sido su gran objetivo internacional desde hace un año. Una socialista española, número dos del ejecutivo comunitario y responsable de asuntos tan decisivos como la ecología y lo digital. Cierto que a cambio ha tenido que aceptar a dos comisarios impulsados por la extrema derecha jubilando su mantra más querido y persistente: el cordón sanitario. A estas alturas pedirle coherencia al líder indiscutible del socialismo español es una quimera. El no pasarán es pasado.
Y todavía ha sido más valioso su triunfo nacional. La reforma fiscal pactada entre PSOE y Sumar también ha salido adelante por el procedimiento de la negociación malabarista hasta ultimísima hora con los aliados heterogéneos y contrapuestos, a los que se ha prometido una cosa y la contrarias. Qué más da que haya tenido que dejar aparcadas algunas de las subidas de impuestos más progresistas y aplazada la solución final a la tasa de las compañías energéticas a la espera de un milagro que acepten a la vez Junts y Podemos. Lo importante es que se aprobó y que se abre más la vía hacia los Presupuestos.
Mientras tanto, ¿qué ha sido de Feijóo? Pues que ha fracasado. No ha sido capaz de poner en su sitio a Carlos Mazón (en la calle, ordenando a los diputados valencianos del PP elegir a otro), ha tratado de salvarlo apuntando a Teresa Ribera como si él solito tuviera fuerza para echar atrás un pacto delicadísimo y equilibrado entre los tres grupos que conforman la mayoría en el Europarlamento (el primero, el suyo,el PPE) y ha resucitado en el vacío la idea de la moción de censura contra Sánchez con la única base de las denuncias de un empresario corrupto de fiabilidad más que dudosa.
Así anda la política española. El que se debe ir por salud nacional, cada día encuentra más incentivos para quedarse, y el único que podría llegar no para de equivocarse.
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