El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
En un primer momento, la Generalitat echó las culpas de los malos resultados de los estudiantes catalanes en el Informe Pisa a los inmigrantes y su sobrerrepresentación en la muestra. Después, y tras un profundo análisis estadístico de la encuesta (seguramente realizado por un nativo catalanoparlante de toda la vida), la Consejería ha reculat, que se dice en catalán, y se ha desdicho de su afirmación inicial. El problema ya no son los inmigrantes, que por definición son más lerdos que cualquier nativo, sino la falta de una “financiación singular” que les dote de los recursos necesarios. Lo que puede entenderse como la versión remasterizada del “España nos roba”. Pero peor, porque ahora no solo se les roba, sino que se les condena a la incapacidad intelectual de hacer la cuenta de cuánto les estamos sisando. Y en esto es inevitable echarle la culpa a los asturianos, que son los únicos que han mejorado un poco en matemáticas, que es con lo que se hacen las cuentas. Sobre la falta de comprensión lectora no se pronuncian, pero la culpa debe ser del español. Así se deduce de que la respuesta de la consejera de Educación sea establecer un plan de choque para que los alumnos recién llegados aprendan catalán en tres meses. Otra vez los inmigrantes, que no se enteran por mucho que se les explique. Y el fracaso en ciencias, consecuencia de los dos primeros. Si no saben qué se les pregunta y ni que dos más dos son cuatro ¿qué ciencias quieren que sepan? Y por encima de ello, la pandemia. Vamos para tres años y nuestros alumnos aún no se han recuperado del curso perdido. Si la excusa de los inmigrantes lleva diez años en boca de la Generalitat, la de la Covid puede durar hasta 2035.
El asunto sería para reírse si no fuese porque aquí, y a pesar de los ímprobos esfuerzos catalanes, nos mantenemos por debajo de sus resultados y, si bajan en mates y lectura, también lo hacemos nosotros. El asunto sería para reír si no fuera porque el gobierno andaluz se siente satisfecho de que el diferencial entre Andalucía y la media española se haya reducido. Frente los 11 puntos en lectura, 14 en matemáticas y 12 en ciencias, de 2019; 13, 16 y 11 de diferencia en 2022. Un total 37 entonces, que se ha convertido en 40 tres años después. En el caso andaluz la explicación del fracaso es clara y la solución, imposible: los responsables de la consejería de Educación no superan la prueba de matemáticas.
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