El catalejo
Una visita sorprendente
Los giros de este mundo loco son absolutamente imprevisibles e incluso grotescos. Lo que más me asombra es que la polarización se produzca tan aceleradamente. Los principios se cambian con desvergonzada celeridad y la gente sigue a la zaga; al menos, la gente que permite que piensen y decidan por ella. Lo que ayer era claramente anticonstitucional, hoy es factible, aunque el TS y el TC lo contradigan. Nunca había estado la ley tan cuestionada y desobedecida. La separación de poderes, esencial para la democracia, se mezcla y se disuelve en la misma ignominiosa composición. La igualdad entre los ciudadanos y las comunidades o territorios se desentiende de los principios básicos de la convivencia. La gente, a través de las RRSS especialmente, se acalora terriblemente buscando a los culpables de los desastres en lugar de primar las soluciones y aligerarlas. Estamos mucho más preocupados en llevar la razón que en solucionar los problemas de los necesitados. Los gerifaltes de aquí y de allá se obstinan en aferrarse a sus puestos a pesar de las vergonzantes causas que motivarían claras e inminentes dimisiones: dejadez de funciones, corruptelas, muertes, fraudes, malversación, cohecho, enchufes bananeros o dictatoriales, prostitución, evasión de impuestos, abusos de autoridad, decisiones anticonstitucionales y otras tantas humillantes inacciones o decisiones que se saltan los principios básicos de la decencia, la autoridad, la convivencia y la moralidad. Esto alimenta claramente las posturas extremistas de todos los bandos y extremos, como si ellos fueran a hacerlo mejor o a arreglar tan turbios asuntos: los licenciados en delitos e indecencias morales. Pero claro, a estos se les ve venir. En algunos casos ya no distingo quién es quién.
Fuera de nuestras fronteras. Un soberbio mandatario arrincona a todo un pueblo, lo destruye y lo aniquila. Su jefe le propone que sobre sus casas arrasadas se construya un Luxury Spa para los ricos del planeta. El mismo que encierra y humilla ante el mundo al único ser que ha luchado por la independencia de su pueblo, su futuro y su integridad. Un pueblo ya formado y reconocido por la ONU como nación. Y le da alas al siniestro para que empiece a invadir el resto de países que lo colindan.
Los DDHH se están rebajando a la altura del betún. El derecho internacional se salta con suma facilidad. Nuestra constitución solo sirve como papel higiénico. Nuestra libertad se está coartando día a día. La propiedad privada es colectiva. Las invasiones territoriales se están admitiendo e incluso aplaudiendo. El bien y el mal ya no se distinguen: ese es nuestro mundo.
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