La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
¡hay partido! O al menos nos han concedido ser sede del Mundial. Porque ahora hay que hacer el campo y ampliar el estadio con las prestaciones que se han descrito —césped retráctil, cubierta, hotel, centro comercial y cualquier otro perejil que se le deba añadir a la salsa— no es una reforma. Es una obra nueva en la que es muy probable que no se aprovechen ni los actuales cimientos. Pero todo es ponerse y quien no sale a jugar es imposible que gane. Así que ahora toca buscar los algo más de 300 millones de euros que por ahora dicen que constará la obra y que serán algo menos de 400 cuando se acabe. Después de los oportunos modificados, contradictorios e imprevistos, y la extrema confianza que le genera a cualquier gran constructora acometer una obra que tiene una fecha de entrega inapelable con un proyecto hecho a la velocidad de Lamine Yamal. No es que sea un agorero, es que la reforma iba a costar algo más de 100 millones de euros a principio de año y en seis meses hemos triplicado el coste. Pero no hay problema, porque, si no se encuentran inversores que quieran fichar por este proyecto, “las administraciones acometerán la parte que les corresponda”, que también dijo el concejal de deportes hace seis meses. En cuyo caso, cabe la duda de si será toda la inversión. Lo que no es ni bueno ni malo, sino caro. Y para ponernos en contexto solo tenemos que pasar revista a dos obras sobre las que la ciudad lleva hablando años y cuyo principal escoyo es encontrar dinero para hacerlas: el plan Guadalmedina y el plan Málaga Litoral. 250 millones a fecha de 2019 y 380 según las cuentas del año pasado, respectivamente. Es decir, que, si tuviéramos la mala fortuna de no encontrar privados dispuestos a jugar este partido y tuviéramos que hacerlo con la alineación inicial del Ayuntamiento, Diputación y Junta, nos habríamos pulido el dinero que no parece que tengamos con la excusa de revitalizar la zona. Revitalización que se ampliaría a todos los bordes del Guadalmedina, si el objeto del gasto fuera otro. Y como el fútbol es imprevisible, que diría Boskov, habrá que ver en cuánto queda el canon de explotación de las instalaciones y, por tanto, su retorno al heraldo público. A día de hoy, el club paga 180.000 euros al año por el alquiler de las instalaciones, tres veces más que el local más caro de calle Larios, y la reforma del Bernabéu a copiar la ha pagado Florentino.
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