Ignacio del Valle
Hiperchiringuito
El Zoco
Confieso que sigo siendo fiel a la prensa escrita y/o los digitales de reconocido prestigio, sea cual sea su tendencia editorial. Nada leo de lo que se publica en las redes; hay mucho escribidor sin cualificar, con pocas luces, o directamente hacedor de bulos intencionados o no. Es por eso que solo opino sobre lo que leo o veo y escucho en medios que contrastan la noticia. De todos los medios, no obstante, obvio la opinión.
Leo que en Francia, Macron, centro e izquierda, que allí sí que han dejado aparte a la extrema insumisa de Mélenchon, están preocupados por los sondeos que le da la mayoría a la extrema derecha de Marine Le Pen. Lo tiene fácil Macron, que le pida prestado a Pedro Sánchez a Tezanos y verá como rápidamente le cambia la tendencia del voto. Y leo que “Marine Le Pen ya no da miedo”, claro, en Francia da más miedo la extrema izquierda, esa que, en España, es aliada del Gobierno.
Hace unos cuantos años, siendo vicepresidente Pablo Iglesias, presencié en televisión un debate en el Congreso. Iglesias, dirigiéndose a los diputados del PP, les dijo, a la vez que señalaba los bancos azules en los que se sientan los miembros del Gobierno: “Ya nunca más volverán ustedes a ocupar estos asientos”. Esa amenaza me olió bastante mal. Tan mal que no la he olvidado nunca. No le di entonces mayor importancia porque, para mí, el PSOE, aún era socialista y español, pero la deriva de estos cinco años con Pedro Sánchez al frente del partido y del Gobierno, me han hecho recordar las palabras de Iglesias y las intenciones que escondían.
He visto como la Fiscalía General se ha convertido en un ministerio adscrito al Gobierno, sin disimular la imparcialidad debida, y cómo, sin el menor pudor, se ponía a un ministro al frente del Tribunal Constitucional. He leído como el propio presidente del Gobierno no se priva de tachar a los jueces de prevaricadores cuando las sentencias, o sus investigaciones, afectan a los suyos, especialmente a las personas de su entorno. He visto como se aprobaba una amnistía hecha a medida y redactada por los amnistiados. Ahora, contraviniendo sus propias declaraciones (nada inusual en este Gobierno), se esfuerzan en convencernos de la singularidad de Cataluña para romper el principio de igualdad de todos los españoles, consagrada en la Constitución. Si hacen lo que piden los secesionistas (que lo harán) ya no hará falta la declaración de independencia, porque de facto la tendrán, y la tendrán con una gran humillación para el resto de España. También estoy viendo que se pretende legislar para anular a la oposición y para convertir en delito la libre expresión si es crítica con el Gobierno. Eso ya lo hizo Chávez mucho antes. Todo esto es lo que refleja las intenciones de las recordadas palabras de Pablo Iglesias. Ya estaban en su manual marxista-bolivariano de gobierno, al igual que se barruntaba en el de Zapatero y el de Sánchez. Por algo se dice aquello de que la cabra siempre tira al monte. Y, mientras tanto, “España va como un cohete” –dice el presidente y su hortera jaleante–. Leo en titulares: “El ingreso mínimo vital no llega ni a la mitad de los que están en pobreza severa”. “Casi 13 millones de personas están en riesgo de pobreza en España”. “La deuda pública se dispara al 109% del PIB. Superó los 1,61 billones de euros”. Pero el problema para el Gobierno solo es Milei y las improcedente e intolerantes provocaciones de Ayuso. Sí, amigos, vamos como un cohete, pero hacia una república bolivariana.
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