Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
Ahora le dicen DANA. Sucede lo mismo que con el coronabicho. Covid: unos lo mencionan en masculino y otros en femenino con sutil aroma ideológico. Diluvió sobre mojado en Cenacheriland. La alarma achicharrante me pilló amodorrado. Con tanto susto a falta de arca Noé, tenía la piragua preparada. Lo del pueblo salva al pueblo. Cuando caía la más gorda había un tipo despejando las alcantarillas. Le di las gracias, creí que era un trabajador de los servicios operativos. Era Rafa un vecino que enfundado en chubasquero repasaba los sumideros. Asombraba ver esa avenida despejada en la que es más fácil ganar la lotería que encontrar aparcamiento. Huimos del agua marrón como ratas al volante. Unos metros más abajo un camión de desatoros andaba bombeando allende la Delegación de Gobierno que es donde se monta el fango follón y el 10 de noviembre de 2023 tuvieron acorralado al presidente climático con un chaparrón de insultos. El malestar político sigue calando. Las últimas lluvias han destrozado menos. En el portal del bloque apenas salpicó un charco. Hace un par de semanas teníamos piscina comunitaria hasta el primer escalón de la madriguera. Nada que ver con calle Victoria en modo Venecia embravecida o el tráfico fluvial de calle Hilera. Las catástrofes son de mucho titular clickbait y vídeo drama. Esta vez en la capital se han puesto las pilas. Hemos escarmentado en DANA o gota fría ajena. Comercios cerrados, poca gente bicheando, la mayoría del personal en casita aclimatandose al acojono. Clases suspendidas, rastreo de los sin techo que malviven bajo los puentes…Hay que reconocer que se han hecho mejor los deberes. Hasta los de acopio, en el súper no quedaba ni una cerveza. Los arroyos estaban desbrozados meses antes y se les dió un repaso a toda máquina en previsión de otra tromba universal. Ya metidos en jueves en la orilla de la playa algún tronco y poco más. Y el viernes en apariencia todo en orden. Peligró la muy cotizada Copa Davis y toda la parafernalia Rafa Nadal que se ha montado donde el Martín Carpena. ¡Ay que ver el mal fario que tenemos con las grandes citas! Es entrar en primer plano y la maldición meteorológica nos agua la fiesta, semanas santas aparte, me viene a la memoria la aguada gala de los Premios Goya de cine del 2020, año de muy alta y efectiva ingeniería social. Y la que nos queda por delante;-)
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