Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
Pasó el 12 de octubre de puntillas. Día de la Hispanidad con la boca chica. Festejamos con más entusiasmo Halloween o el día de San Patricio. Para sentir patria sólo hay que cruzar el charco y darse un paseo más allá del resort de todo incluido. Uno se siente muy español allá en las américas. Los hermanos iberoamericanos lo primero que te echarán a la cara es lo del oro robado. Lo segundo que tienen algún antepasado español como el bocazas mexicano López Obrador. Hay corrientes indigenistas que ahora sólo pretenden la expiación de los pecados del siglo XV en adelante. En lo relativo a nuestros ancestros, leyenda negra aparte, también dejamos la fundación de un reguero de familias, ciudades, hospitales, universidades y una lengua común que duplica ahora a los 300 millones de hispanohablantes de aquéllos programas de la primera televisión en color. España ha protagonizado una de las globalizaciones más importantes de nuestra civilización. Cosas de la cara y la cruz: el real de a ocho fue referencia económica de aquí a China. Sentir orgullo por la actual bandera de España es cosa de fachas. Ese es el gran triunfo de los que pretenden que nos avergoncemos de ser españoles y solo lucen con orgullo los colores nacionales con motivo de la celebración de cualquier éxito deportivo. Lo comprobará en la final de la Copa Davis que se disputará en Cenacheriland con la despedida de Rafa Nadal. Gran español, por cierto. Lucimos barras y estrellas gringas en camisetas y cazadoras como si fuésemos vecinos de Bruce Springsteen. La pulserita de la “Banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda, llevas sangre, llevas oro, en el fondo de tu alma” está mal vista salvo en las fuerzas de seguridad del estado y poco más. Tampoco es plan de extasiarse con los desfiles militares, que para eso ya tenemos las procesiones y a nuestro ejército raquítico sólo le queda la cabra legionaria. Lo de eliminar la mili u otro servicio compensatorio a la patria ha sido un grave error. Los chaveas tienen poco sentido de pertenencia a su país. Los años de democracia superan a los de dictadura, aún así, todo lo relacionado con el amor a España se etiqueta como franquista. Eso es una verdadera patraña y lástima. Nuestra historia y desafíos futuros precisan de más unión y que nos deshagamos de una vez por todas del lastre cainita ibérico ;-)
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