El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
Esta mañana, viendo uno de sus magníficos programas, estaba pensando que a todo el mundo le cae bien o muy bien Jesús Calleja. Después de comprobar cómo honestamente trabaja y desarrolla sus contenidos, después del tacto y el especial cariño con que trata a sus invitados, y ese don que tiene para comunicar, me ha definitivamente conquistado. Puedo decir que es un ser excepcional como trabajador y como persona. Pues bien, si este señor se decantara por la política y aspirara a ser diputado del PSOE o del PP, sería odiado inevitablemente por media España.
Estamos llegando –ya hemos llegado- al momento exacto en que una persona caerá bien o mal según sus aspiraciones o tendencias políticas. Todos sus encantos, sus buenas intenciones y su estupenda manera de ser quedarán eclipsados por su admiración a este o a aquel partido. Esta es la prueba inequívoca de que estamos polarizados, yo diría agilipollados, con perdón. Y yo no voy a ser partícipe de ese bucle tóxico de permanente enfrentamiento que no conduce a nada, excepto a odiarnos.
En cualquier reunión, siempre hay algún iluminado que desvía su conversación hacia el tema político –no ideológico- atacando a la Ayuso o al Sánchez, sin comprobar si hay algún simpatizante de uno u otro bando. Todos estos iluminados suelen estar seguros de que llevan razón y sus argumentos son irrebatibles. Si en frente tienen al iluminado opuesto, la polémica está servida. Lo malo no es precisamente la polémica sino el mal rollo que se genera tras esto, ya que la gente no dialoga ni intercambia argumentos, sino que discute para llevar razón. Subrayo “para llevar razón”. El enfrentamiento está servido. A veces ocurre que esas personas, que se tenían cierto afecto, dejan de hablarse o saludarse. Es por lo que nos hallamos ante preclaros casos de radicalismos. Este tipo de iluminados es incapaz de cuestionarse posiciones contrarias y siguen la férrea línea que marca el partido al que vota. Si la derecha mira hacia otro lado, él o ella mirarán hacia otro lado ante la evidente masacre del pueblo palestino, por ejemplo. Si hay que legislar de otra manera más eficiente ante la vergonzosa y descarada okupación que se está produciendo en España, el esclavo de la izquierda considera que es un bulo de la derecha. Yo tengo un amigo al que le okuparon su vivienda (y la perdió) y sigue pensando que todo esto son bulos de la derecha. Llega un momento en que la estupidez se adueña de nuestras mentes por no traicionar a nuestros líderes políticos. La estolidez se retuerce aún más cuando uno comprueba que este o aquel partido no te da de comer precisamente. Solo es medio entendible en los casos en que tu trabajo dependa de ello.
Y es que hay determinados casos en que la estupidez humana es absolutamente inexplicable.
También te puede interesar
Lo último