Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
Teñidos de otoño. Cuatro gotas embarradas. Los boomers calzamos suelas antideslizantes, caminamos pisando cartones de huevos para no derrapar en la resbalosa solería de secano. Mármoles para rompernos la crisma y cadera de cristal. Los nubarrones desbloquean los recuerdos pegajosos de los viajes ya olvidados en la puerta de la nevera. Prodigioso imán souvenir. Testigo magnético de que alguien estuvo allí. Hay muchas clases de souvenir o “pongo” porque no sabes donde ponerlo, piensas al llegar a casa. Hay “pongos” que se regalan con aviesas intenciones. Un cariñito de heráldica a la cucharilla, el dedal para uñas de porcelana, la tarjeta postal acordeón.... El souvenir turístico es una industria que crece paralela a la avalancha de trolleys en patinete. Vete a saber donde fabrican estos artefactos si en Carratraca o en la Conchinchina vietnamita. En el Postigo de los Abades que flanquea la catedral hay una grúa inmensa con todo un vallado por aquello de las obras de la cubierta a dos aguas que caen poco a poco. Ya metidos en Molina Lario la mayoría de los comercios se apuntan al souvenir express. Versiones de la Manquita sin tejado con las bóvedas abultadas como tetillas de gata.Imágenes que quedarán desfasadas. En esto de los recuerdos typical spanish ha habido tremenda evolución. Apenas quedan vestigios de las tarjetas con faldas de raso y lentejuelas, carteles de corridas de toros, abanicos, botas de vino, botijos y banderillas, aunque las cobren rejón. Hay una corriente de diseño que sirve tanto para Barcelona como para Toledo o Málaga con el torito trencadis, panelado con mijitas de azulejos rotos y federalistas que quedan muy Gaudí. La biznaga y el Cenachero evolucionan a la moda. Y eso que el visitante de fortuna desconoce la sospecha local de mal fario que ronda a nuestro pescadero de regalo. Hay “pongos” autóctonos de muchas clases: miniaturas de la Farola, estrellitas de mar, búhos, delfines y gitanas con una bola de cristal. Las tazas y vasos, cajitas, bolsos, chapas, libretas, bolígrafos y lapiceras. Se entremezclan los abanicos y navajitas con guitarras o abrebotellas con la imagen del Cautivo. No se olvide de las camisetas de fútbol. De lo más kitsch a diseños sofisticados y tan minimalistas que asemejan a las exquisiteces de las tiendas de museo. El primer mandamiento del souvenir friki es que debe de ser impactante, abigarrado, con colores chillones y sobre todo cuando más hortera mejor. Palabra de turista accidental;-)
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