
Monticello
Víctor J. Vázquez
Una pérdida de tiempo
¡Oh, Fabio!
NO se comprende muy bien por qué algunos se mesan los cabellos porque Juanma Moreno se muestre comprensivo con los pactos PP-Vox para sacar adelante los presupuestos de las autonomías. El presidente de la Junta de Andalucía es un experto en esta cuestión. De hecho, gobernó cuatro años gracias al apoyo del partido de Santiago Abascal. Por mucho que los populares andaluces se empeñen en correr un paño de pudor sobre ese dato, habría que tener la memoria de un pez para no recordarlo.
No hay que ser ningún discípulo de Iván Redondo para comprender que el PP no tiene otro camino que el pacto con Vox cuando no está en posesión de ese bálsamo de Fierabrás que es la mayoría absoluta. Por eso, cada giro de tuerca radical de Vox (en los últimos tiempos ha dado varios) complica una posible derrota del sanchismo y su tupida red de intereses. Ellos sabrán por qué lo hacen, pero que no apelen al patriotismo.
Claro que el PP tiene derecho y está legitimado para pactar con Vox. No hace falta que lo diga el Kennedy andaluz. En primer lugar, porque es un partido legal que representa a 3.057.000 votantes, el 12.38 % de los que acudieron a las urnas en las Generales de 2023. Intentar gobernar completamente de espaldas a estos ciudadanos y condenarlos al silencio y el ostracismo, como se empeña en hacer Sánchez es, sencillamente, antidemocrático. Más cuando -habrá que recordarlo todas las veces que sean necesarias- el socialista gobierna gracias a los votos de posterroristas, independentistas sediciosos y quintacolumnistas de Putin. Fue Sánchez el que, por puro cálculo, se encargó de levantar un muro (según su propia expresión) para dejar al PP sin posibles apoyos.
El PP debería pactar con Vox no solo para lograr sus objetivos, sino también para intentar reconducir en lo posible a un partido que, en los últimos tiempos, se ha radicalizado absurdamente en cuestiones como la inmigración o el apoyo a Trump, un líder que es un cuasi enemigo de Europa e Hispanoamérica y, por tanto, de España (saber cuál es tu sitio en el mundo es muy importante a la hora de diseñar una política exterior sólida, algo que Vox parece haber olvidado). Aviados estamos con Zapatero haciéndole el trabajo a los chinos y Abascal a los trumpistas. Al PP le toca sacudirse la presión y los complejos. Sus adversarios le atacarán con o sin ellos.
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