El juez GarzónBerliner Zeitung

Cartas

20 de noviembre 2008 - 01:00

Galgos abandonados

Estoy harto de encontrarme galgos abandonados, atropellados en la autovía, disparados y malheridos por cazadores crueles, galgos maltratados y criados en agujeros donde apenas reciben un alimento que no sea pan duro. Por todos estos pobres maltratados, para reivindicar mano dura para los desaprensivos que cada año se deshacen de miles de galgos, y que no ponen sólo en peligro la vida de estos maravillosos perros sino también la vida de muchos conductores que pueden sufrir un grave accidente a causa de estos abandonos. Y, también, para celebrar que existen dedicadas asociaciones que los rescatan y les buscan un hogar, que existen familias que acogen a estos pobres como a un miembro más y para recaudar fondos que permitan a estas asociaciones continuar con esta extraordinaria labor, se celebra en El Refugio del Burrito, en Fuente de Piedra, la segunda Fiesta de los Galgos, a la que os invito a participar. Acudid con vuestros perros, no importa si son galgos o no, con vuestros amigos y familia y podréis conocer la situación del galgo y otros miles y miles de perros que son abandonados en nuestro país cada año, a aportar vuestro granito de arena en esta causa y compartir un día maravilloso con gente que comparte las mismas inquietudes que tú y, cómo no, con la entrañable compañía de los burros de El Refugio del Burrito.

Iván Salvía Segués (Director de El Refugio del Burrito, Fuente de Piedra)

Indignación colectiva

Es sábado por la noche... y estoy en el sofá pegada a esa caja tonta que nos tiene absorbidos. Esto que voy a comentar es, y habrá sido, común a muchos de los españoles que el pasado sábado estábamos frente a la tele viendo unas de esas cadenas en las que pagan a maltratadas y sinvergüenzas por acudir a contar su experiencia. Me refiero al caso Neira. Y no voy a entrar a descalificar a esa sinvergüenza llamada Violeta Santander, porque, y aunque soy periodista, no encuentro calificativo alguno que defina a esta pieza de mujer, de la cual me avergüenzo. Mi denuncia es a esa cadena privada, que paga a una desalmada de cuya boca no ha salido en ningún momento una disculpa ni un "lo siento" ante ese profesor Neira que sigue desde hace meses postrado en la cama de un hospital con su vida en juego. ¿Hasta dónde vamos a llegar, España? Desde mi más humilde voz, pido cordura a los que rigen este país y muy especialmente a esta cadena privada, que pare ya. Que no lleven más a la tele y mucho menos paguen a esta tipa, que revuelve el estómago de cualquiera ante tanto cinismo. Y no quiero terminar sin contestar a la pregunta que formulaba el programa: ¿qué haría usted si fuese testigo de una agresión? Con este plan... nada. Me avergüenzo de vivir en un país en el que estamos haciendo héroe al villano.

A. Cristina Ramírez (Correo electrónico)

El juez de instrucción en la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, anunció el martes que suspende las investigaciones contra los crímenes contra la humanidad cometidos entre los años 1932 y 1952. Su decisión la ha justificado alegando que ha comprobado que todos los autores de estos crímenes, de los que tiene conocimiento, habrían fallecido. Antes de Garzón, ningún otro juez español se había ocupado de los crímenes franquistas. La amnistía contribuyó a que la transición de la dictadura a la democracia tuviera lugar sin grandes problemas. Pero tres décadas después, la generación de los nietos de la Guerra Civil recuerda que la impunidad de los autores de los crímenes ha dejado heridas abiertas entre los familiares de las víctimas. Garzón reconocía hace un mes a través de un decreto, que hasta ahora la impunidad había sido la regla ante unos acontecimientos que, desde un punto de vista jurídico, podrían ser evaluados como crímenes contra la humanidad. Tanto más sorprendente ha resultado ahora la decisión de Garzón de volver a suspender las investigaciones. La explicación más plausible es la dura oposición de la Fiscalía, que desde un principio se había resistido a abrir investigaciones apoyándose en la amnistía de 1977. (...)

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