El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
La retirada de Biden de la campaña presidencial y la designación de Kamala Harris, su vicepresidenta, como nueva candidata a la presidencia en contra de Trump da una nueva vida a las elecciones norteamericanas. Llega Kamala y con ella se ha despertado la ilusión en el partido demócrata y en sus votantes. La decadencia de un buen presidente atrapado por el peso de la edad sólo auguraba la derrota. Ella, sin embargo, parece la alternativa. Desde la libertad y las oportunidades y desde ese ‘cuando luchamos, ganamos’. De momento, ha conseguido en muy poco tiempo los delegados suficientes para obtener la designación, 100 millones de dólares para sufragar la campaña electoral (en apenas dos días) y el apoyo de los grandes pesos pesados del Partido Demócrata, unos de los más recientes, los Obama.
En principio, antes el entusiasmo despertado, parece existir un cierto cierre de filas ante su candidatura y parece posible que no haya miniprimarias y que sea candidata única en la convención demócrata del mes de agosto. Ni siquiera parece que el candidato rebelde de Biden, Joe Manchin parezca dispuesto a presentarse pero lo cierto es que Kamala no goza todavía de la unanimidad entre los demócratas y tendrá que convencer, en poco tiempo, que ella es la candidata de todos. Su papel como unificadora del partido demócrata es vital para el partido pero también para ella como candidata exitosa en esta campaña presidencial. Recordemos que Trump es rey y señor del partido republicano. Kamala Harris tendrá que tener un perfil propio y estableciendo un programa político personal pero sin romper con el legado de Joe Biden. Su gestión económica ha sido buena –con excepción de la inflación-, al igual que la política de servicios sociales, sanidad y políticas medioambientales. Lo más discutible ha sido su política de apoyo a Israel. Kamala Harris es una candidata inteligente y con buena formación jurídica, fue fiscal general de California y senadora pero es más radical que Biden. Es feminista, defiende el derecho al aborto, y tiene una posición crítica con Netanyahu. Es buena en los debates, podría ganar a Trump. Como vicepresidenta se ocupó del tema migratorio y de la defensa del derecho del aborto pero, en general, su papel ha sido discreto.
La candidata tendrá que luchar contra el hecho de ser la primera mujer y de raza negra de los Estados Unidos. Kamala tiene una gran popularidad entre las mujeres de raza negra y en los sectores más jóvenes del partido demócrata, pero esto por sí solo no es garantía de una victoria en la elección presidencial. Se enfrenta a la realidad de que la sociedad estadounidense en su conjunto está todavía lejos de haber superado el racismo y el sexismo, y esos son dos obstáculos adicionales que Harris tendría que superar en caso de ser finalmente la candidata demócrata a la presidencia, además de la ventaja que Trump ha adquirido en estos últimos meses. La pregunta clave es si EEUU está preparado para tener en la presidencia del país a una mujer de raza negra y ascendencia asiática, y la respuesta hoy por hoy no parece clara.
En su discurso de Wilmington de 2020, vistió un vestido blanco, para homenajear a las sufragistas, esperemos que ese traje sastre blanco –que le llevó entonces a la vicepresidencia- remueva los prejuicios sexistas y racistas y la conviertan en la nueva presidenta.
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