El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
Soy muy observador, aunque de vista ando justito (no descarto volver a tener que ponerme las gafas que un día jubilé). Voy cortito de oído, herencia paterna (y a su vez mi padre puede decir lo mismo), si bien escuchar historias ajenas es algo que se me da bien. Mi olfato es más emocional que físico, palabra de un socio de honor del Club de la Ebastina. Me encanta darle trabajo a mis papilas gustativas (¿o debería decir pupilas?), lo del buen gusto vistiendo lo dejo a opinión de los demás. Y me queda el tacto. El que no tengo a veces para decir las cosas, el que me sobra cuando en tantas ocasiones debería ser más categórico. Y mi sentido favorito, el piel con piel. Aunque técnicamente lo que más me gusta de todo es la sinestesia, jugar con todos ellos a la vez en una orgía de sentidos.
Y así me ha quedado la introducción de lo que hoy realmente venía a contar: la gente que me gusta tener a mi lado. Quiero gente muy diversa, que me enriquezca cultural y humanamente. La que me hace aprender o es capaz de argumentarme que estoy equivocado o mi punto de vista erróneo. Y la que tiene la suficiente humildad para aceptar la corrección cuando no tienen razón o se han equivocado. Me gusta la gente rara, la que se atreve a ser diferente en un mundo que fagocita perfiles sociales manufacturados y trasuntados. Que no tiene miedo a vivir sin rebaño ni a amar sus diferencias. Esas personas que no se sienten distintas, sino especiales.
Me gusta la gente que es capaz de bucear por sus miserias e incapacidades, más aún la que es capaz de ir a terapia a detectarlas y solucionarlas. Así que estaré encantado de tener al lado a quien no tema a desnudar su alma y admitir que aún tiene mucho que aprender o remediar. Quiero al lado a gente que te escuche, no que te juzgue. A gente que sea capaz de decirte lo que otros no se atreven a hacer, siempre que lo hagan con empatía y sin miedo a pensar que eso puede sentarme mal si andan convencidos de que me harán bien.
Quiero cerca gente valiente y cobarde. Unos para que me inspiren, otros para saber que por ahí no es. Quiero seres humanos inteligentes, para aprender de ellos; y quiero gente que haga tonterías, para no olvidar que hay que reírse a diario. Quiero tener a mi lado a personas que me miren más a los ojos que a su móvil. Quiero cerca a gente espontánea, que rompa guiones, moldes y discursos hechos.
Me gustaría tener muy próxima a personas que sepan ver dónde está mi zona de confort y que me hagan sentir confortables en otras zonas. Quiero a gente que me ofrezca su mano cuando me caiga al suelo y me explique por qué me he caído. Quiero tener mis manos limpias en todo lo que haga, laboralmente, en pareja, con mis amigos, en la familia, por eso agradeceré quien me ayude a lavarme las manos, a ofrecerme jabón, a prestarme su lavabo.
Y, sobre todo, no quiero a nadie impecable en mi vida. Quiero a gente sin miedo a ver sus imperfecciones y ponerlas a jugar en el patio con las mías. Para que ambos podamos aprender el uno del otro. Para que nos recordemos mutuamente que este camino, el que no sabemos cuánto durará, se hace más ancho cuantas más personas de verdad le sumemos a nuestro paso. Quiero a mi lado a personas que sepan que es todo un acierto saber que no dejamos de fallar nunca.
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