Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Todo lo que era sagrado
Siempre me pregunté por la extraña transformación que experimentaban mis padres por Navidad, adoptando mi afición por los dioramas de la Segunda Guerra Mundial para montar uno en el salón de casa sobre la ocupación de Judea. Nunca jugaron conmigo a los soldaditos, pero llegadas estas fechas, les faltaba tiempo para invitarnos a los tres hermanos a montar el Belén. Que no era el más completo de todas las casas, pero no carecía de su Niño, la Virgen, San José, la mula y el buey, y un ángel de tendencias suicidas desde la cornisa de la cueva. Un año llegaron los Reyes Magos para quedarse para siempre y yo acepté la situación para no romper la magia de las fechas y quedarme sin regalos.
Pero la desazón ha vuelto esta mañana cuando, al acercarme a la cómoda para coger unos calzoncillos limpios, he descubierto un reno encima de ella. ¡Un reno! O al menos eso he creído identificar en la figura de trapo que me miraba con una pánfila sonrisa con la que se reía de mi cara de sueño. ¿Qué hace un reno de trapo en mi dormitorio? He recordado las clases de Ciencias Naturales de mi niñez y no he encontrado constancia tales animales en Belén. Si los hubo alguna vez, emigrarían al norte para no acabar en el circo romano. Preocupado por la aparición y sin encontrar una respuesta satisfactoria en el programa Horizonte de Iker Jiménez, que atribuye el fenómeno a una conspiración de la Moncloa, El Plural, Prisa y A3 Media para expulsarlo de España, he ido a casa de mi vecina a comentarle el extraño fenómeno. ¡Horror! No tiene un reno, sino el trineo entero. Además de una especie de nomos, varios Papa Noel y un gato chino, que no pinta nada, pero que se lo regalaron por comprar unas ramas de no sé qué árbol que también se llevan en estas fechas. Sumándole la más variada colección de centros de mesas confeccionados con espumillón, velas y piñas doradas con purpurina, la casa ha dejado de ser un lugar donde comer unos roscos de vino para convertirse en una pista americana donde ella se mueve con movimientos hieráticos que el profano justificaría en el afán de no subir a los cielos antes de tiempo. Busco la respuesta en Cuarto Milenio y la encuentro. Un antiguo coronel ha descubierto que podría tratarse de una invasión de alienígenas que, compinchados con George Soros, pretenden infiltrarse en la tierra adoptando la forma de tan entrañables objetos. Podría ser eso o una simple ida de olla.
También te puede interesar
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Todo lo que era sagrado
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Niño-Dios de esta noche
Gafas de cerca
Tacho Rufino
Niño
La ciudad y los días
Carlos Colón
Nunca estuvieron todos
Lo último