En tránsito
Eduardo Jordá
Parteaguas
Estábamos en una atroz sequía y suspirábamos por la lluvia. Sin embargo, la rebelión de la naturaleza y la ineficacia política se combinaron para producir una tragedia nacional en Valencia. Hace apenas un par de días en Andalucía, en particular, en Málaga –desde donde escribo– volvía la amenaza de la DANA. Esta vez la sensación ha sido muy otra.
El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha tomado nota de lo sucedido en Valencia y aprendió las lecciones de lo que no había que hacer y ha realizado lo correcto. El martes por la noche, poco antes de las 22:00 horas, la Aemet avisaba de que se elevaría al nivel máximo la alerta por lluvias torrenciales en algunos puntos de Andalucía. Los teléfonos móviles de muchos ciudadanos de la provincia de Málaga recibieron el aviso del sistema ES-Alert de Protección Civil pidiendo prudencia y evitar los desplazamientos media hora después. Se suspendieron las clases, se cerraron centros de salud y se pidió no acudir al trabajo al día siguiente para evitar daños humanos. Además, un día antes, el lunes por la tarde, la Junta de Andalucía había activado el Plan de Emergencia en la fase 0, la de preemergencia. El centro de coordinación de emergencias del 112 de Andalucía estuvo siguiendo la situación y el miércoles Moreno Bonilla suspendió su agenda parlamentaria para incorporarse a él, en Málaga, ante la previsión de que la situación climatológica empeorase durante la noche. La AEMET había avisado de que mantendría el aviso rojo hasta las 08:00 horas del jueves.
La actitud del presidente andaluz fue la de colaboración institucional con el Gobierno. Como afirmó en La Sexta: “Si hiciese falta la colaboración del Ejército no tardaríamos ni un minuto en solicitarlo”. En una palabra, Moreno Bonilla defendió que lo sucedido en Valencia “ha sido desgraciadamente un aprendizaje para todos” y que, “de alguna u otra manera, nos ha vacunado”. La prevención, la activación de los mecanismos de emergencia, la inestimable actividad de los cuerpos de seguridad y de voluntariado junto con la colaboración de las instituciones, empresas y ciudadanía han hecho posible que no haya, afortunadamente, desgracias personales. Por supuesto, el azar: llovió mucho menos. En Málaga no llegó a una alerta de nivel 2. Al final, Málaga ha padecido más de 4.000 personas desalojadas, sobre todo, en el Valle del Guadalhorce, e importantes daños materiales pero ninguna víctima. Puede que los ciudadanos hayamos aprendido lo que debemos hacer ante una emergencia como ésta, quizás sea necesaria también perfeccionar los mecanismos de coordinación entre las autoridades e instituciones para que todo funcione mejor, sin olvidar, por supuesto, los mecanismos de tramitación ágil de indemnización a ciudadanos y empresas que han sufrido daños y, muchas veces, lo han perdido todo. En este contexto, Moreno gana en gestión de danas y pierde Mazón con sus poco convincentes explicaciones, que a nadie han convencido en las Cortes Valencianas. Feijóo tampoco acierta con sus juegos europeos con Manfred Weber, en contra de Ursula von der Leyen, intentando responsabilizar de lo de Valencia a Teresa Ribera para sostener al presidente de la Generalitat. Aprendamos algunas lecciones de la lluvia.
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